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Fray Josepho

Bosé, vete a esparragar

Te has ido, con el tiempo, poniendo pretencioso, / ganando en michelines, calvicie y pesadez. / Y hundiéndote en el tedio, desangelado y soso, / no sales del circuito de la giliprogrez.

Entraste en el show business mediados los setenta:
la televisión única dio pábulo a tu voz.
Tu voz, que sigue siendo mediocre y macilenta,
cumplidos los cincuenta, pasado ya el arroz.

De joven cimbreabas tu equívoca cadera;
tu música ramplona vendía a tutiplén;
tus fans, al escenario, no importa de qué acera,
tiraban los gayumbos, las bragas y el sostén.

Tenías multitudes de acérrimas fanáticas,
mocitas de catorce, de quince y dieciséis.
Y, con tus posturitas ambiguas y simpáticas,
también hipnotizabas miríadas de gays.

Pasados los cuarenta, tu frente se despeja;
te dan un programita los tontos del PP.
Después, con Zapatero, te pasas a la ceja,
y siempre, Miguelito, sirviendo al que te dé.

Te has ido, con el tiempo, poniendo pretencioso,
ganando en michelines, calvicie y pesadez.
Y hundiéndote en el tedio, desangelado y soso,
no sales del circuito de la giliprogrez.

Así, de vez en cuando, respaldas dictaduras,
y en Cuba estás con Castro, hipócrita Miguel.
¿Te habrán sacado vídeos de eufóricas locuras
en noches tropicales de algún lujoso hotel?

Ahora, de repente, borracho de esnobismo,
te has hecho colombiano (Uribe, tu sabrás...),
y quieres ser el árbitro del narcoterrorismo.
Ya vas de tantas cosas que no sé de qué vas.

En fin, personalmente, me tiene ya hasta el gorro
que siempre des el cante –y encima, sin cantar–.
Estoy hasta las gónadas, Miguel, de tanto morro.
Así que mira el título y vete a esparragar.

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