Menú
Cristina Losada

Los libros del soldado

De la decena de libros que se han dado a conocer, una se contentaría con que Zapatero y sus pares leyeran tres o cuatro.

Se extrañaba el doctor Johnson, y mucho antes de la tele, de que se leyera tan poco cuando se escribía tanto y apuntaba que "la gente, en general, no lee voluntariamente si tiene otra cosa con qué entretenerse". Yo no creo en la eficacia de la lectura obligatoria, ni siquiera en las recomendaciones, pero es admirable que el jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra aconseje varias obras históricas y políticas a los soldados. Revela un interés por dotarles de un bagaje cultural difícil de adquirir en un sistema de enseñanza, que en el curso de unas décadas y con la ayuda de una inversión de valores, ha reducido a cenizas la formación de muchos españoles. 

De la decena de libros que se han dado a conocer, una se contentaría con que Zapatero y sus pares leyeran tres o cuatro. Aunque me temo que, además de invocar el derecho a la pereza, torcerían la cara ante el españolismo de algunos de los libros recomendados. Así, los Episodios Nacionales, que no los escribió Suso de Toro, juntaletras favorito del presidente, sino Benito Pérez Galdós, razón por la que constituyen una obra cumbre de nuestra literatura. No les vendría mal, a los aprendices de brujo gobernantes, un repaso de los episodios que retratan el marasmo de la I República y su naufragio en el cantonalismo. O, en otro registro, los libros de Otero Novas y García de Cortázar que figuran entre los aconsejados a la tropa.

Capaz veo a Chacón de ordenar que se catequice a quienes tienen por misión defender a España en la doctrina de que la nación española no existe, pero el analfabetismo funcional tiene sus ventajas. Y sus inconvenientes. Así, la noticia que comento desliza que El choque de civilizaciones de Huntington, incluido en la lista, inspiró a Zapatero esa Alianza cuyo fruto más visible es la cúpula de Barceló en Ginebra. ¡Le inspiraría a la contra! Como a los ayatolás iraníes a los que plagió el proyecto. Aunque una barrunta que el embeleco no se concibió como alternativa a la hipótesis del politólogo sobre el origen de los conflictos tras la Guerra Fría, sino como mera réplica a su concepto, tan famoso como mal entendido. La costumbre de leer de los libros sólo el título. Como no se pongan a ello los soldados, estamos listos.

En Sociedad

    0
    comentarios