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José García Domínguez

Aguas mayores

No habría de ser Barreda, por lo demás, el primer carterista fluvial del zapaterismo, ni tampoco último. Repárese al respecto en cómo Chaves y su cuate Arenas arramblaron con el líquido todo del Guadalquivir tras la reforma del texto andaluz.

A diferencia de la Tierra, que tal como es fama no pertenece a nadie salvo al viento, al agua de la Península cada día le salen más dueños. El último de la fila parece ser Barreda, el Señor de los Anillos de Castilla-La Mancha. Así, en el articulado del nuevo Estatuto de la región, ése que tantos cientos de miles de manchegos llevaban lustros reclamando en calles y plazas, pretende apoderarse del Tajo por el procedimiento del tirón. Pues, dado que tal río nace en las montañas de Teruel y muere en Portugal, lo ansía competencia única y exclusivamente suya. Un hurto sólo posible merced al muy torpe enunciado de la Constitución, que en los artículos 148 y 149 se contradice a sí misma sobre la materia.

No habría de ser Barreda, por lo demás, el primer carterista fluvial del zapaterismo, ni tampoco último. Repárese al respecto en cómo Chaves y su cuate Arenas arramblaron con el líquido todo del Guadalquivir tras la reforma del texto andaluz, dejando a los extremeños con un palmo de narices. Pillaje anfibio en el que no les anduvo a la zaga el Virreinato de Castilla y León, que igual ha afanado por Ley (del embudo) el flujo del Duero. Ni tampoco el Infante de Aragón, el ínclito Iglesias, que investido de Gran Inquisidor Hidráulico apadrinaría la adenda legal que prescribe "velar especialmente para impedir transferencias de aguas de las cuencas hidrográficas de las que forma parte la Comunidad Autónoma".

Y es que, aquí, en materia de garrulería pedánea y ombliguismo caciquil, no hay siglas que valgan. Lo mismo da que la marca de la franquicia nacional responda por PSOE o por PP, el interés siempre mezquino de la aldea ha de imperar sobre aquello que en tiempos no tan lejanos se llamaba el bien común. ¿Aunque quién recuerda ya que el trasvase Tajo-Segura, ése que tanto irrita a Barreda, lo materializó Franco siguiendo a pies juntillas el proyecto de Indalecio Prieto, que era socialista a fuer de español y no por haber morado en tal o cual terruño? ¿O que fue Josep Borrell, otro socialista con sentido del Estado, el hacedor del Plan Hidrológico que luego apadrinaría aquel difunto PP regeneracionista y nacional de Aznar? Cospedal seguro que no.    

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