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Cristina Losada

Nunca se está demasiado frustrada

La gran oferta de la izquierda posmoderna a los insatisfechos de las sociedades prósperas consiste en una serie de actitudes que permiten despersonalizar el fracaso y esconder, cuando llega, el triunfo. Demasiado burgués, el éxito.

Los cronistas de sociedad sitúan en los años sesenta el origen de un dicho según el cual "una mujer nunca está lo suficientemente delgada ni es lo suficientemente rica". Lo atribuyen unos a la americana Wallis Simpson, por la que abdicaría Eduardo VIII y otros a diversas celebridades (femeninas) de la época. He recordado la frase tras conocer de las íntimas tribulaciones de la esposa del presidente del Gobierno, que sus amigas han divulgado, previa autorización, en una revista. Sonsoles Espinosa está descontenta con la vida que lleva, pobrecita. A primera vista, semeja un argumento del serial clásico "los ricos también lloran". Pero no. Pertenece a la típica telenovela progresista.

Es hoy un rasgo común que exhiban su descontento quienes lo tienen todo para estar satisfechos. No constituye una actitud política, pero cierta política se nutre de ese indefinido malestar, ese ennui vital que afecta más, como siempre, a los que figuran arriba. Los de abajo suelen andar entretenidos. Han de buscarse la vida, mientras quienes la tienen se aburren y lamentan. Así, Espinosa, que se siente "enjaulada" en La Moncloa, como un pajarillo que no puede volar a su aire salvo cuando pasea por los bulevares de París o por Barcelona. Unas excursiones a la libertad que ya quisieran permitirse otras. Y otros. Lo cual aclara una parte. Cuando se es una privilegiada por la fortuna (en este caso, del marido) y, al tiempo, progresista, hay que compensar. Digamos: "No me falta de ná, pero no os podéis imaginar qué mal lo paso".

Aquella descarada frivolidad sesentera de las señoras no es políticamente correcta. Ahora ha de quedar claro que nunca se está lo bastante frustrada. Son numerosísimos quienes, como Espinosa, se sienten prisioneros. Lo están de sus propias vidas, de sí mismos, pero ahí viene en su rescate la noción de que se hallan cautivos de algo superior e incontrolable: "el sistema". La gran oferta de la izquierda posmoderna a los insatisfechos de las sociedades prósperas consiste en una serie de actitudes que permiten despersonalizar el fracaso y esconder, cuando llega, el triunfo. Demasiado burgués, el éxito.

No falta la pincelada "feminista" en el retrato de Espinosa vista por sus amigas. Hay que celebrar, parece, que no abandonara su profesión en razón del cargo de su marido. Vaya mérito, cuando te lo dan todo hecho. 

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