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EDITORIAL

Paro: el sello del socialismo

Dicen que Nerón, ante el incendio que él mismo había provocado en Roma, se limitaba a ver el terrible espectáculo tocando la lira. El inmovilismo de Zapatero no es mucho mejor, por más que no acompañe con instrumentos musicales su recital de mentiras.

Zapatero no ha podido sino confirmar el dato que, gracias a una confusión informática del INE, se ha podido conocer antes del viernes, día en que el Gobierno tenía previsto hacerlo público: la tasa de paro en el primer trimestre del año ha superado el 20% y el número de personas sin trabajo ha sobrepasado el listón de los 4 millones y medio.

No vamos a recordar ahora las innumerables veces en las que el Gobierno, no ya desmentía, sino incluso insultaba a quienes pronosticábamos que, dada la desastrosa política económica del Ejecutivo socialista, la tasa de paro iba a superar ese psicológico umbral del 20%, sólo alcanzando bajo los gobiernos de Felipe González. Lo único que podemos constatar es que Zapatero ha confirmando el dato asegurando, tal y como viene haciendo desde hace años, que el paro ha "tocado techo" y augurando un descenso del mismo ya para el próximo trimestre. El presidente se escuda así, tal y como ya hizo en abril del año pasado, en el repunte estacional del empleo que suele darse en el segundo trimestre de año, cara al verano, para hacernos creer que estamos ante un definitivo punto de inflexión, consecuencia de una auténtica y consolidada recuperación económica.

Al margen de que no hay un solo dato objetivo para el "optimismo" de Zapatero, el presidente del Gobierno ignora que ya desde hace tiempo le sucede aquello de "que viene el lobo", sólo que al revés: que de tantas veces que ha dicho que la recuperación está a la vuelta de la esquina, la gente ha terminado por no creerle. Más aun si sus increíbles y refutados augurios los entrevera con falsedades tan constatables como la de decir que "siempre hemos tenido en la democracia el doble de paro de la media europea", afirmación que sólo es cierta si limitamos la democracia española a las etapas en las que han gobernado los socialistas. Y es que el verdadero sello del socialismo, en general, y del español muy en particular, es ése: un debilitamiento de nuestra economía y elevadisimos niveles de paro que en nuestro pais se suma a una crisis institucional y nacional sin precedentes.

La realidad del paro en España –con un desempleo juvenil que supera el 40 por ciento y con más de un millón de parados mayores de 45 años– ya es lo suficientemente dramática como para que encima Zapatero reincida ofensivamente en el engaño. Si de verdad quiere recuperar algo de credibilidad, en lugar de ejercer ese engañoso "inmovilismo locuaz", en acertada expresión de Pío Garcia Escudero, lo que debería hacer Zapatero es justo lo contrario de lo que ha venido haciendo hasta ahora: acometer una drástica reducción del gasto público y llevar acabo inmediatas, profundas y generalizadas reformas liberalizadoras en nuestra economía, empezando por la de nuestro rígido mercado laboral.

Esta visto, sin embargo, que el inmovilismo de Zapatero no se perturba ni siquiera ante las evidencias del abismo al que estamos abocados: al incremento del paro y al desplome de la bolsa –la segunda peor caída del año–, hay que sumar el hecho de que la deuda pública española a diez años se ha pagado al 4,032%, 110 puntos básicos por encima de la alemana. Como remate, el Banco Central Europeo ha puesto este martes a España como ejemplo de deterioro fiscal junto con Grecia.

Dicen que Nerón, ante el incendio que asolaba Roma y que él mismo había provocado, se limitaba a ver el terrible espectáculo tocando la lira. El inmovilismo de Zapatero no es mucho mejor, por más que no acompañe con instrumentos musicales su recital de mentiras.

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