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Gina Montaner

Chávez, candanguero

El propósito último de Hugo Chávez es allanar todos los ámbitos de la vida venezolana y contrarrestar el efecto subversivo de unos muchachos cuyas contraseñas se fugan de la vigilancia constante de este chavismo del chavo del ocho.

Hugo Chávez quiere estar al frente de todas las batallas y ahora se ha estrenado como microbloguero en Twitter. No le bastaban sus interminables alocuciones dominicales en Aló Presidente, sus inflamadas arengas y sus duelos verbales con mandatarios de naciones vecinas. En su afán expansionista, el gobernante venezolano tenía que acaparar las redes sociales porque su narcisismo rampante le impide dejarnos en paz.

Hace tiempo que la mejor y más incisiva oposición en Venezuela se está librando en el ciberespacio, donde los internautas "cuelgan" chistes y comentarios sobre los dislates de un Gobierno despótico que a estas alturas del juego pretende emular el fracasado y vetusto modelo castrista. Los muchachos del Chigüire Bipolar, con su sátira de dibujos animados titulada La Isla Presidencial, han captado la dimensión cantinflesca del chavismo; en la publicación digital Tal Cual el opositor Teodoro Petkoff fustiga a la revolución bolivariana desde la izquierda vegetariana; y los jóvenes se rebelan a partir de las redes sociales de Facebook y Twitter con la facilidad y destreza que sólo ellos dominan para decir mucho en un lenguaje comprimido que cabe en la pantalla de un teléfono móvil.

A Chávez le revuelve la idea de que la juventud, levantisca, burle su afán de censurar y amordazar las voces disidentes que crecen por días a medida que su experimento socio-económico colapsa por la ineptitud y corrupción de su administración. Lo suyo son los corridos, las diatribas subidas de tono y la reyerta de barrio, demasiado talludito para hacerse pasar por un chaval de la era digital entrenado en el arte del haiku virtual; 140 caracteres, y en cada breve trino del pájaro que tuitea, un pensamiento al aire. Un mensaje de libertad. Una voz de alarma. El anuncio de una manifestación improvisada.

Hugo Chávez quiere hacerse con las trincheras de las nuevas generaciones por medio de las "guerrillas comunicacionales" y ha de camuflarse en un terreno movedizo en el que los estudiantes se le escurren a este soldado de barraca y su zafia propaganda. El primer gorjeo de Chávez en Twitter comenzó con un "Epa ¿qué tal?" y a uno ya le produce dentera esta expresión forzada de camarada campechano buscando amiguitos que quieran cacarear con él. Son las estrategias de quien quiere sitiar los últimos bastiones de aire fresco en un país viciado por un discurso institucional que debilita las neuronas de la resistencia más combativa.

En la novedad de su debut en internet, la cuenta de este personaje, bajo el nombre de "Chávez Candanga" (en Venezuela la palabra "candanga" se le atribuye al que es revoltoso o inquieto), tuvo en las primeras horas unos 30.000 seguidores. Se comprende. Hay curiosidad y morbo por ver qué ocurrencias "colgará" para también hacerse omnipresente en el santuario que representa el mundo de la red. Por lo pronto, ya ha invitado a Fidel Castro y a Evo Morales a sumarse a Twitter. Lo que nos faltaba: los exabruptos de un dictador senil y un homófobo que se cree héroe de Avatar.

El propósito último de Hugo Chávez es allanar todos los ámbitos de la vida venezolana y contrarrestar el efecto subversivo de unos muchachos cuyas contraseñas se fugan de la vigilancia constante de este chavismo del chavo del ocho. El nuevo juguete del ex militar golpista es el pajarillo azul de Twitter y ahora su mayor desafío consiste en sintetizar sus longanizas mentales. ¿Se tratará de una terapia para combatir su coprolalia? Epa, Chávez está que trina.

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