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Salvador Ulayar

Felicidades, Herrera

El paisaje de las asociaciones de víctimas es abigarrado conjunto: algún jabato, bastante ingenuo, mucho asqueado, gente despreocupada... incluso ignorantes y hasta traidorzuelos y listos atentos a la alfombra y su interés.

Resulta que la mañana del pasado viernes, el genial Carlos Herrera radiaba reiteradamente sus sospechas ante la desaparición de De Juana Chaos (Iñaki, en confianzuda boca de Patxi López) y las excarcelaciones de Iñaki de Rentería y Díez Usabiaga. El sevillano de Mataró se malicia que la libertad del último pudiera estar al servicio de tratos con la ETA. Y, oh cielos, ha metido en el saco de sus sospechas el viejo y silenciado asunto de la impunidad de Josu Ternera. Este lunes vuelve a la carga, o parecido. ¡Toma!

Como bien conoce el personal, hace muchos meses que algunos andamos pregonando la poca vergüenza que se gastan el gobierno Zapatero y los del ministerio de la oposición, a cuenta del bien conocido paradero del jefe etarra Josu Ternera. Este último año primero la revista Época, más adelante La Gaceta y a última hora El Mundo han suministrado informaciones sobre la plácida estancia del matarife, interlocutor jefe en la negociación de ZP con la ETA. Oiga, que nadie le echa el guante. Y nadie dice nada salvo cuatro que, por supuesto, somos motejados de fachas o silenciados, tanto en los medios adictos a la zurda como en los adictos a la maligna agua bendita con soda del PP. ¿Qué decir de esa constelación de asociaciones de víctimas y entidades análogas, en su inmensa mayoría por fin tan políticamente correctas? Pues que entre pisar alfombras y recibir en los oídos instilaciones de loas del politiqueo profesional, no han tenido tiempo ni modo -¡pobres!- de caer en la tontería de que el negociador Ternera, jefe de nuestros asesinos, pasta tan feliz por tierras italianas, disfrutando de reparadores sueños entre arrullos del CNI. Y es que el paisaje de las asociaciones de víctimas es abigarrado conjunto: algún jabato, bastante ingenuo, mucho asqueado, gente despreocupada... incluso ignorantes y hasta traidorzuelos y listos atentos a la alfombra y su interés. En su globalidad, material al gusto de la práctica totalidad de la fauna política profesional de todo signo.

¡Pero albricias! El gran Herrera hoy aventa por las ondas lo que ha venido callando por meses, que es lo que venimos denunciando algunos con nuestras escasas fuerzas. Vamos, asunto viejo como el hilo negro. ¿Por qué ahora? Mandé al correo de los oyentes del programa una felicitación por tan ajada primicia informativa. Cómo será alguna cosa que le habrán contado, que hasta se interrogaba sobre la posibilidad de que Jaime Mayor tuviera razón al poner recientemente en toda sospecha pública a ZP por este asunto ¡con la cera que le dio al ex ministro él mismo desde sus micrófonos!

Por otra parte, en otro medio afloraban algunos tertulianos del área de influencia genovesa (del número 13) que no dudaban en afirmar que la negociación con la ETA sigue por la sencilla razón de que nunca terminó. Hasta hace nada decir eso era pecado mortal en el partido. Un periódico digital informa de que Rajoy habría dado orden de entrar a saco en el tema del opulentísimo Bono, socialista amigo de lo pobres y enemigo de esos poderosos que ha poco señalaba ZP con su dedo justiciero. Manda huevos. Y ojo, que también hemos podido escuchar al líder popular lanzar un avisito al gobierno a cuenta de los asuntos que hoy inquietan a mi admirado periodista radiofónico.

Será o no será que el PP vaya a la carga, chi lo sa. Pero a tenor de los atronadores silencios escuchados en este último año en este mismo terreno, uno se pregunta si no se habrán hecho algunas llamadas desde la dirigencia pepera llamando a rebato, suministrando informaciones insoslayables. En cualquier caso uno aprecia con susto y temor el inmenso poder de los aparatos partidarios, de poder, para hacer que lo que la luz del sol ilumina a ojos de cualquiera, no sea visto por casi nadie. Hasta que los mandarines decidan otra cosa, o no... ya saben. Don Mariano. Permanezcamos atentos a la pantalla.

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