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José Carlos Rodríguez

Paciencia: No habrá elecciones hasta 2012

O se saca un as de la manga, como una nueva negociación con ETA, o no podrá convocar elecciones hasta 2012, a la espera de que la crisis escampe.

Ya le ocurrió a Suárez, a González y a Aznar. Llega un punto en el que todo empieza a salir mal. La primera operación que se le torció a Zapatero, y eso que la tenía ganada de antemano, fue la nueva Ley del aborto. Hoy eso, como todo lo demás, ha quedado en un segundo plano desde que empezamos a hablar de Grecia; es decir, desde que, por una vez, empezamos a hablar en serio del futuro económico de España con dos o tres años de adelanto. Quien no haya tomado la decisión de engañarse sabe que es necesario que adoptemos con urgencia, y sin trampas, un verdadero programa de recorte del gasto. Nos lo ha advertido el FMI. Eso, o nos meterán las tijeras desde fuera, y entonces veremos los cadáveres en el Telediario, como empieza a ocurrir en Grecia. Porque la otra opción es implanteable: Bruselas no nos permitirá una suspensión de pagos que, además, dejaría sin liquidez al país, y pondría de nuevo de moda la palabra "corralito".

Hay tiempo, de aquí a marzo de 2012, tanto para los cadáveres como para el corralito. Por eso, una opción en manos de Zapatero es que adelante las elecciones. Pero con el paro rozando el 20 por ciento este año y el que viene, con el drama creciente mes a mes de los parados de larga duración, la sensación de que la recuperación no llega y la certeza, incluso para los autoengañados, de que Zapatero lo único que hace contra la crisis es prometer su fin en vano una y otra vez, la ventaja del PP en las encuestas, incluso la de este PP, no va a ir a menos. Así que, o se saca un as de la manga, como una nueva negociación con ETA, o no podrá convocar elecciones hasta 2012, a la espera de que la crisis escampe. Pero aún quedan las amenazas del corralito y de una cirugía a manos foráneas; y si llegan, el PSOE no vuelve al Gobierno hasta 2020, como pronto.

Luego Zapatero sólo tiene una opción: hacer ciertos recortes y aguantar hasta el último minuto, a la espera de que Asia, EEUU, Alemania e Iberoamérica tiren de nuestras exportaciones y se vean, justo a tiempo, los brotes verdes. Entonces podrá decir, ahora sí, que lo peor ha pasado, con los datos en la mano. Quizá entonces sea demasiado tarde, pero por fin tendrá razón. Despejado el problema económico, retomará todo su programa ideológico, volverá a movilizar a su electorado con sesiones de odio hacia la derecha y comparecerá en las elecciones con opciones de victoria.

El problema, claro está, son los recortes. Puede congelar la contratación pública, frenar las inversiones en infraestructuras y privatizar lo que quede en manos del Estado. Pero no será suficiente. Tendrá que introducir el copago en la sanidad y reformar las pensiones. Y meter en cintura a las comunidades autónomas, para lo cual le falta autoridad política. Pero lo que sí tiene es tiempo para explicar estos recortes. Todo indica que no tendremos la diversión de unas nuevas elecciones generales hasta 2012. Sólo nos puede sacar de dos años más de zapaterismo dos cosas: un golpe de mano de la vieja guardia del PSOE, que no se va a dar de todos modos, o una moción de censura, que es también improbable. Paciencia, pues.

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