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Cristina Losada

Baile de máscaras

Han creído los de Rajoy que pueden competir en populismo con los socialistas y están a punto de dejar a Izquierda Unida a su derecha. Ya puestos, que hagan unidad de acción con la CGT y monten unas jornadas a la griega.

Unos señores del FMI han pasado por aquí y se han llevado una sorpresa. Así, han podido constatar el rechazo que suscita el mini plan de reducción del gasto público anunciado por el Gobierno. Los partidos de la llamada oposición están en contra, incluidos los nacionalistas que apoyaron gustosísimos la política de gasto sin fronteras. Por no haber, no hay garantías de que el presidente se vaya a enmendar la plana a sí mismo. Asegura, de puertas afuera, que hará el ajuste, pero se resiste a poner negro sobre blanco la letra pequeña. La duda está justificada: el valor de su palabra es conocido. Recuérdese la efímera vida del plan que retrasaba la edad de jubilación. Las propuestas sensatas del Gobierno mueren antes que una mosca en presencia de Obama.  

El primero que se halla en desacuerdo consigo mismo es el partido gubernamental. El PSOE tiembla ante el espectro de una pérdida de votos si toca los sueldos de los funcionarios y las pensiones y suprime los regalitos con los que engatusaba a su base electoral. De ahí que, tras el miércoles de ceniza, las huestes de Zapatero se hayan encarrilado hacia un nuevo carnaval. Inquietas porque se han quedado sin "discurso de izquierdas", ansían colocarse, ¡otra vez!, su máscara favorita. Quieren jugar a la persecución de banqueros, ricos y curas, cual una banda antisistema. Justo lo que faltaba en una España en quiebra: una propagandística operación de acoso a la "oligarquía financiera" y a los "capitalistas", típica de regímenes del extrarradio, como los de Chávez, Morales y compañía.

Mientras el PSOE incuba la idea de atizar la confrontación social, el PP recoge las banderas de la izquierda que van cayendo. Tras respaldar con críticas, pero sin condiciones, algunos parches que fue poniendo el Gobierno, ahora no quiere saber nada del ajuste. Y eso que certifica que cuanto pronosticaba era cierto y cuanto reclamaba, cabal. Puede el PP proclamar que tenía razón y debía de exigir reformas y más recortes. Pero han creído los de Rajoy que pueden competir en populismo con los socialistas y están a punto de dejar a Izquierda Unida a su derecha. Ya puestos, que hagan unidad de acción con la CGT y monten unas jornadas a la griega. ¡Viva lo social y abajo las imposiciones extranjeras!

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