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Amando de Miguel

Errores y desvíos de la lengua de los comunicadores

Como los españoles mentimos mucho al hablar, son abundantes las expresiones que insisten en que lo dicho o lo que se va a decir es auténtico.

El otro día, en el programa de Ernesto Sáenz de Buruaga (Telemadrid), un representante de Comisiones Obreras dijo tres veces "preveyó", verbo inexistente. También dijo lo de "enjuagar el déficit". Quería decir "previó" y "enjugar". Con esos errores el líder obrero se identificaba con el pueblo, por lo mismo que prescindía de la corbata. Son cosas que a mí no me impresionan nada.

Hay otros errores comunes en el gremio de los comunicadores o comentaristas, como "detentar" (en lugar de "ostentar" cuando el cargo se posee legalmente). También se oye "Casa Real", en el sentido de "Casa del Rey", que no es lo mismo. La "Casa Real" es el equivalente de la dinastía, el árbol genealógico. La "Casa del Rey" es un organismo público.

No me interesan tanto esos errores del lenguaje público como los desvíos más o menos retóricos, que se utilizan para impresionar al contribuyente. Por ejemplo, algunos altos cargos, avergonzados de tener que "subir los impuestos", dicen "consolidaciones no modificaciones fiscales". En todo caso, si siguen sonando mal, se añade que esas decisiones se toman también en otros países. Ya se sabe, mal de muchos...

Los desvíos retóricos se emplean para dar empaque al discurso. Para eso está el magnífico dispositivo del superlativo. De esa forma se llega a la vehemencia. El derroche de superlativos puede llegar a decir "por supuestísimo", que ya es énfasis. Un neologismo muy popular ahora es el de "sí o sí", que no sé muy bien lo que quiere decir. Es algo así como "lo tomas o lo dejas" o "no hay más remedio". Le va mucho al fatalismo español.

Como los españoles mentimos mucho al hablar, son abundantes las expresiones que insisten en que lo dicho o lo que se va a decir es auténtico. Por ejemplo, "la verdad o lo cierto es que...", "la pura verdad", "con el corazón en la mano". Son expresiones de mentirosos compulsivos. En el mismo sentido está el abuso del adverbio "absolutamente". Se emplea para calificar las cosas más relativas o ficticias. Cuando oigo lo del "absolutamente" me digo para mí mismo: lo que sigue es falso.

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