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EDITORIAL

O sobra Camps, o sobra Rajoy

O es cierto que Camps lidera el PP a nivel nacional, en cuyo caso sobra Rajoy, o no lo es y entonces no es posible entender cómo el partido le permite seguir siendo su referente valenciano para que continúe dando clases de ética política.

Sólo de alocada huida hacia adelante se puede calificar la andanada verbal que Francisco Camps dedicó a Mariano Rajoy en el espectáculo de “adhesiones inquebrantables” que el viernes protagonizó el Partido Popular de la Comunidad Valenciana. Es difícil que fuera de Valencia, no ya un dirigente, sino cualquier sencillo militante del Partido Popular coincida con el análisis de Camps, en virtud del cual fue el presidente valenciano quien llevó a cabo la “hercúlea” tarea de liderar el partido tras la segunda derrota consecutiva de su jefe de filas. Camps debió realizar esa labor sobrehumana con gran discreción, porque hasta ahora no teníamos noticia de su participación en la política nacional más allá de actuar de anfitrión en el congreso a la búlgara de Valencia o de recibir regalos de una trama presuntamente corrupta que actuaba además en otras regiones, lo que no impidió que una afición entregada saludara el exabrupto con una cerrada salva de aplausos.

Es cierto que Camps apoyó a Rajoy en aquél acto en que adquirió carta de naturaleza el cambio de estrategia política del partido, como también lo es que no hubo allí una sola voz discrepante ante el triunfalismo injustificado del resultado congresual. Sin embargo solamente el presidente valenciano se ha atrevido a cobrar aquél servicio exigiendo permanecer al frente del partido y de la candidatura para las próximas elecciones autonómicas, a celebrar el año próximo.

Los recelos de los dirigentes nacionales del PP sobre lo que pudiera decir Camps en ese acto, supuestamente convocado para conmemorar el aniversario de su victoria en la Comunidad Valenciana, estaban pues más que justificados como ahora se ha comprobado. Con buen criterio, ausente en otras cuestiones, en Génova supieron desmarcarse a tiempo de un abrazo del oso del imputado Camps, que hubiera supuesto una desastrosa entrega de municiones a su rival político de cara a las próximas citas electorales.

No obstante, mientras el actual presidente valenciano permanezca al frente de sus actuales responsabilidades, Rajoy seguirá teniendo un problema en casa. La táctica de la inacción hasta que el interesado se rinda por aburrimiento empleada con Bárcenas podría no dar resultado con un Camps que, como se ve, está dispuesto a seguir postulándose como el representante más genuino de la política de Mariano Rajoy, al que se atreve a ningunear con esas declaraciones extemporáneas.

O es cierto que Camps lidera el PP a nivel nacional, en cuyo caso sobra Rajoy, o no lo es y entonces no es posible entender cómo el partido le permite seguir siendo su referente valenciano para que continúe dando clases de ética política aprovechando cualquier ocasión. La cuestión, como se ve, es sencilla. Se trata simplemente de decidir quién de los dos debe retirarse de la política activa.

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