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Cristina Losada

La burbuja política

El Partido Popular se halla en plena deconstrucción de sus propuestas, de sus famosas "recetas" y de cuanto pudiera configurar algo remotamente parecido a un programa liberal-conservador.

La crisis ha hecho estallar todas las burbujas. Todas, menos una. La única que todavía se puede permitir su blindaje. Cuanto más golpean los hechos, más se espesa su protección. Está el caso de Zapatero, su Gobierno y su partido. Una a una van cayendo las consignas que alfombraron sus triunfos. La verdadera destrucción del lenguaje, decía Camus, no reside en la incoherencia y el automatismo que cultivaron los surrealistas, sino en la consigna. Destrucción, incoherencia, surrealismo: todo aplicable a la actuación del presidente, sus fieles y ex fieles, ésos que en la distancia se han vuelto críticos y en la cercanía fueron pajes obedientes.

La última consigna que Zapatero ha horadado, que diría él en montañera pose, yace a la espera de que el fútbol la amortaje. El Gobierno socialista va a "abaratar el despido", concepto que declaraba anatema, el día de estreno del gran espectáculo. La roja, como llamaron a la selección por no llamarla española, será –sin comerlo ni beberlo– la encargada de cubrir ese cadáver con el manto piadoso. Sea cortina de euforia o nube de lágrimas. Aunque bien muerto estará el nocivo dogma que vetaba cualquier modificación de la rigidez heredada del franquismo, tan próxima, por cierto, a la que regía en los baluartes del socialismo real.

Destruye Zapatero su alijo de consignas, pero él permanece. No dimite, no cede el testigo, no se autodestruye, como mandan los cánones de la vieja civilización. Va trampeando. Y ojalá fuera el único tramposo, pero no. El Partido Popular se halla en plena deconstrucción de sus propuestas, de sus famosas "recetas" y de cuanto pudiera configurar algo remotamente parecido a un programa liberal-conservador. Ahora son los de Rajoy, disfrazados de Méndez y Toxo, quienes proclaman anatema "abaratar el despido" y juran que nunca han de votar a favor del "despido libre". Como si ignoraran que cinco millones de personas ya han sido despedidas libremente y no supieran que o cambia el molde o no volverán a trabajar. Pero cuanto más se alejan de la realidad, más recolectan.

La única burbuja que no pincha en esta crisis es aquella en que los políticos ejercen el arte de lo imposible y, sin embargo, cierto. Pues cierto es que todo cuanto la consigna representa mantiene su poder y confiere el poder. Libre del contrapeso de una sociedad civil, flota a su aire el zeppelin político.

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