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Pablo Carabias

Los ricos somos nosotros

Es fácil. El paraíso está la vuelta de la esquina. Sólo hay que quitar el dinero a los ricos, a los que más tienen. Pero hay un problema. Los ricos somos nosotros, todos y cada uno de nosotros. Es nuestro dinero el que nos están quitando...

Esos ricos... si por fin consiguiésemos encontrar a ese político valiente, justo, solidario; a ese elegido que fuese capaz de quitar a los ricos esas riquezas que han atesorado y repartirlas entre el pueblo, viviríamos felices, con todas nuestras necesidades cubiertas.

Y todo, repito todo, sería gratis. La educación, la sanidad, la cultura, el deporte...Todo. El gobierno, con el dinero que quitaría a los ricos, nos daría al resto todo tipo de "ayudas", cheques de emancipación, subvenciones de viaje, becas, créditos sin interés para montar negocios, negocios que nunca quebrarían pues siempre podrían contar con el respaldo del estado.

Se crearían empresas en las cuales no se pudiese echar a nadie, con los puestos de trabajo garantizados de por vida. Pero el dinero de los ricos no solo ayudaría al trabajador. También al empresario. Con el dinero de los ricos se podría subvencionar todo tipo de actividades que diesen trabajo a las empresas. Y éstas trabajarían para el bien de la sociedad. Desde plantas solares y molinos eólicos a coches eléctricos, uno para cada ciudadano, lo que haga falta para combatir el cambio climático.

En los colegios, un ordenador para cada niño, clases multimedia con todo tipo de avances tecnológicos para preparar a los más jóvenes para la universidad, por supuesto gratuita, en la que aprenderían a ser médicos, ingenieros, arquitectos o licenciados en estudios de género... o, si lo prefieren, artistas, liberados sindicales, animadores culturales o técnicos en medio ambiente. Que estudien lo que quieran, o que no estudien, pues con el dinero de los ricos tendrían garantizado un sueldo digno... y una vivienda social.

Unos servicios médicos de primer nivel, sin colas, sin esperas, por supuesto sin copago, en los cuales nos sentiríamos todos como reyes (sin necesidad de que nos cambiasen el logo de las sábanas).

Unos medios de comunicación generosamente subvencionados, que no dependiesen ni del dinero de los anunciantes, ni de la dictadura de la audiencia. Información social, solidaria.

Y por supuesto se acabaría con la pobreza y la explotación en el tercer mundo. Con el dinero de los ricos innumerables, las ONG podrían desarrollar miles de programas de ayuda, con nuestros jóvenes solidarios visitando países exóticos, construyendo escuelas, hospitales, dando conciertos solidarios, construyendo ese "otro mundo posible"...

Es fácil. El paraíso está la vuelta de la esquina. Sólo hay que quitar el dinero a los ricos, a los que más tienen. Pero hay un problema. Los ricos somos nosotros, todos y cada uno de nosotros. Es nuestro dinero el que nos están quitando... Y en el momento en que se acabe, se acabó la fiesta.

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