Menú
Pablo Molina

A pesar del machismo, muy buena periodista

Lo que se dice de ella, la forma en que se utiliza su imagen y los chascarrillos sobre su relación sentimental resultan de un machismo infumable, una cosa casposa que nos sale a los españoles, porque, al parecer, las guapas sólo pueden ser idiotas.

De Sara Carbonero se han dicho muchas cosas desde que comenzó a aparecer en la sección de deportes de La Secta. Con muy buen criterio, Telecinco se la quitó a Roures y además sin pagar cláusula de rescisión, para que aprendan los presidentes de fútbol para quienes un jugador sin una cláusula astronómica no merece el más mínimo interés.

Desde que ennovió con Iker Casillas se ha llegado a afirmar de esta periodista que su presencia en el mundial estaba desequilibrando a la selección española. Decir gilipolleces es el recurso básico de gran parte de la prensa deportiva, lo mismo que pontificar sobre los errores de una alineación que el día anterior al partido calificaban de inmejorable para ganar el partido, pero si la Selección Española fracasa en el mundial, lo único que estará claro es que la culpa no es de Sara Carbonero.

Todo el mundo anda pendiente de su belleza y examinando con sumo cuidado sus entrevistas al portero de nuestra selección a ver si detectan algún detalle morboso, pero lo que nadie suele referir de esta chica es que es una excelente profesional. En un puesto tan ingrato como la crónica a pie de campo, Carbonero se nota que hace previamente un gran trabajo de documentación. Sus comentarios, cuando los encargados de dirigir la retransmisión no la interrumpen, están siempre cargados de sentido y muy en sazón. Apunta datos sobre las biografías de los jugadores y, cuando tiene que informar sobre las sensaciones que se viven en los banquillos, no cae jamás en la sensiblería fácil a que tan aficionados son en otras cadenas cuando emiten un partido importante.

Por si fuera poco, en las entrevistas que realiza al final del partido a los protagonistas es la única profesional que formula preguntas. Sus colegas de otras televisiones no han caído en que esa es precisamente su función, así que se limitan a comenzar una frase de cuatro palabras como máximo para que el entrevistado continúe. "Un mal partido", "mala suerte" o "aún hay esperanza", pronunciadas sin siquiera utilizar el tono interrogativo, son algunas de las sesudas cuestiones que la periodista (suelen ser féminas) plantea a los jugadores o al entrenador al finalizar el encuentro, y allá se las apañe la víctima de la seudoentrevista para intentar no quedar como un rematado imbécil. No he visto nunca hacer eso a Sara Carbonero sino que, por el contrario, realiza sus preguntas de forma muy precisa sobre aquellos aspectos que ella considera dignos de interés.

Lo que se dice de ella, la forma en que se utiliza su imagen y los chascarrillos sobre su relación sentimental resultan de un machismo infumable, una cosa casposa que nos sale a los españoles, porque, al parecer, las guapas sólo pueden ser idiotas. La Carbonero tiene que cargar con esa cruz, pero ahí queda su labor para que quien quiera la compare con sus colegas de otros medios. También escribe en la prensa deportiva, aunque en ese terreno tiene aún un amplio margen para mejorar. Y es que la perfección no existe, aunque haya quien merodee a su alrededor con extraordinaria frecuencia como Sara Carbonero. Cuídala Iker... por la cuenta que te trae.

En Chic

    0
    comentarios
    Acceda a los 4 comentarios guardados