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EDITORIAL

El problema no es Montilla, es el PSOE

Zapatero no estuvo físicamente ayer junto a su compañero de partido José Montilla pero tampoco era necesario, porque los españoles saben que si el cordobés protagonizó este sábado esa peligrosa astracanada es porque cuenta con la aprobación de su jefe

Por más que se quiera confundir a los españoles con el juego de siglas del socialismo según los territorios donde opera, lo cierto es que el PSOE, actualmente al frente del Gobierno de España y de la Generalidad, ha sido el organizador de la manifestación en contra del orden constitucional y el estado de Derecho celebrada ayer por las calles de Barcelona.

José Montilla es miembro del PSOE, ha sido ministro del Gobierno de la Nación, representa en Cataluña la principal autoridad del Estado y en calidad de tal ha instigado a las terminales separatistas para echarse a la calle reclamando lo que de sobra sabe, o debería saber, no cabe en la Constitución a pesar de la terrible andanada que le ha dirigido esta semana precisamente el órgano que debe velar por su vigencia.

A la manifestación de ayer acudió lo más granado del separatismo subvencionado, cuya principal razón de ser es precisamente actuar de agitador del sentimiento antiespañol de una minoría de catalanes. No es extraño, porque los varios cientos de entidades sedicentemente culturales, profusamente subvencionadas desde todos los órganos de la Generalidad, se limitan a cumplir con el papel que exige su vasallaje, pero lo que resulta asombroso es que en el centro de esta operación, ilegal en el fondo y grotesca en las formas, aparezca un partido político, el PSOE, cuyos cargos electos han jurado cumplir y hacer cumplir la norma contra la cual se rebelan sin el menor recato.

Ni siquiera la cercanía de las elecciones en Cataluña puede disculpar el hecho de que un partido con la más alta responsabilidad de gobierno en aquella región y el resto de España se subleve contra el actual ordenamiento jurídico, porque la Historia acredita que las derivas revolucionarias que se inician con apoyo de las instituciones tienen terribles resultados y muy difícil marcha atrás.

José Luis Rodríguez Zapatero es, en tanto que Secretario General del PSOE, el principal culpable de que su partido haya alentado una operación que busca sin disimulo acabar con la unidad de la Nación española, cuya existencia es el fundamento mismo de nuestro sistema democrático. Suya es la principal responsabilidad de que este golpe de estado difuso por institucional haya adquirido carta de naturaleza en las calles de Barcelona sin que quepa la menor matización, por más que los miembros de su gobierno intenten aparentar que lo normal en un país serio es que el partido que gobierna organice manifestaciones en contra del orden constituido que tiene la obligación de defender.

Zapatero no estuvo físicamente ayer junto a su compañero de partido José Montilla pero tampoco era necesario, porque los españoles saben que si el cordobés protagonizó este sábado esa peligrosa astracanada es porque cuenta con la aprobación de su jefe. Como ocurre desde hace seis largos años, el problema no es el nacionalismo; es el Partido Socialista Obrero "Español". El PSOE de Zapatero. 

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