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Guillermo Dupuy

Melilla y los lapsus del Gobierno

Dice el refrán que "el que tiene boca se equivoca", pero la insistencia con la que los lapsus linguae de los socialistas niegan la españolidad a Ceuta y Melilla empieza a resultar tan ofensiva como su débil y condescendiente política hacia Marruecos.

Dice el refrán que "el que tiene boca se equivoca", pero la insistencia con la que los lapsus linguae de los socialistas niegan la españolidad a Ceuta y Melilla empieza a resultar tan ofensiva como su débil y condescendiente política hacia Marruecos. El primero en hacerlo fue el secretario de Organización del PSOE, José Blanco, en noviembre de 2007, con ocasión de la visita a las dos ciudades autónomas españolas de Don Juan Carlos y Doña Sofía, a la que Blanco denominó como "la primera visita de los Reyes de España a Marruecos". Unos días después fue el propio ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, el que hacía lo mismo. Ahora ha sido el portavoz del PSOE, José Antonio Alonso, el que de forma inconsciente se ha referido a Melilla como parte de Marruecos, durante su intervención en la Comisión Permanente del Congreso que ha evitado la comparecencia de Moratinos y Rubalcaba. A ello debemos sumar aquel video electoral del PSOE, titulado "España 2004-2008", en el que se borraba del mapa de nuestro país, tanto a Melilla y a Ceuta como a las islas Canarias. Eso, por no hablar del mapa en el que aparecían como marroquíes estas ciudades y estas islas españolas, ante el que el muy "leal" Zapatero tuvo el cuajo de entrevistarse con Mohamed VI en Rabat, siendo líder de la oposición y en plena crisis con Marruecos

No me voy a meter en los inseguros vericuetos del psicoanálisis para analizar lo que Freud llamada actos fallidos de la lengua. Lo que sí que les puedo decir es que considero que la debilidad cuando no condescendencia de la política del Gobierno de Zapatero hacia Marruecos es, ciertamente, tan acomplejada como de la quien cree en el fondo que su posición es ilegítima. La misma despectiva referencia al "perejilazo", con la que el secretario de Ciudades y Política Municipal del PSOE, Antonio Hernando, criticó el otro día al PP es la propia de quien cree que fue España, y no Marruecos, el que invadió el islote de marras.

Este Gobierno, en su día, ni llamó a consultas al embajador de España en Marruecos ni elevó queja alguna ante las insultantes protestas de Rabat por la visita de nuestros Reyes a las ciudades españolas. Ahora tampoco lo ha hecho ante los insultos de Rabat y el acoso sufrido por Melilla, y ha sido el propio Ejecutivo español el que se ha permitido criticar a Aznar por visitar la ciudad española, cuyos habitantes Zapatero ni ningún miembro del Gobierno ha visitado ni se ha hecho eco de sus denuncias para no "elevar la tensión".

El mismo hecho de que Rubalcaba y Moratinos guarden silencio y no den explicaciones en el Congreso, o que en el comunicado conjunto no se haga referencia a Melilla, es tan ofensivo como los propios lapsus de los socialistas. Claro que, vista la frecuencia con la que los socialistas se equivocan a la hora de situar a Ceuta y a Melilla, casi mejor que no hayan hecho ninguna referencia.

En cualquier caso, ya que parecen olvidar tan fácilmente la Historia, como, lo que es peor, los sentimientos de españolidad de los melillenses, que los socialistas tengan al menos presente, a modo de regla nemotécnica, esos versos de Rafael Guillén, que creo que dedicó precisamente a la ciudad de Melilla: "Que no es frontera el mar por este canto, sólo es agua, y el agua como el llanto, une a los hombres más que los separa".

Claro que este Gobierno es muy capaz de aprendérselos, no para recordar la españolidad de Melilla, sino para cuestionarla como "concepto discutido y discutible".

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