Si la derrota contra Francia en el partido inaugural fue un toque de atención, la sufrida ante Lituania es una confirmación, una cura de humildad. España no carbura, los errores se repiten: lagunas defensivas y falta de producción desde el banquillo. Quizá al aficionado ocasional al baloncesto le cueste entender una derrota como la de ayer ante los lituanos, a los que la selección española había barrido por partida doble en el último mes. Habría que replantearse la utilidad y representatividad de los amistosos con arbitrajes caseros ante selecciones que vienen de turismo.
La consecuencia deportiva de las derrotas ante Francia y Lituania es que España se cruzará (salvo sorpresa) con Grecia en octavos de final y con Estados Unidos en cuartos. Ya no el oro, sino también las medallas suenan hoy utópicas. Restan dos partidos de grupo para crecer, para asegurar al menos el tercer puesto, para aprender de los errores e implicar al banquillo. Sólo queda rearmarse de cara a esos cruces terroríficos. La primera parada es hoy ante Líbano que, aunque partía como cenicienta del grupo, ya ha dado una sorpresa batiendo a Canadá en la primera jornada.
¿Quién es Líbano?
La presencia de los libaneses en el Mundial llegó merced a una de las cuatro invitaciones que la FIBA cede a la organización (las otras fueron para Rusia, Lituania y Alemania). ¿A quién seguir? Al capitán y artillero del equipo, Fadi El Khatib, que presenta promedios de 20 puntos y cinco rebotes. Los aficionados del Gran Canaria recordarán al pívot estadounidense Jackson Vroman (nacido en California), que jugó en la isla en la temporada 2006/07. Vueltas que da la vida: ahora juega en la liga iraní y es la referencia interior de la selección libanesa, con la que ha firmado interesantes medias de 12 puntos y seis rebotes en las tres primeras jornadas del Mundial.