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Pablo Molina

Putaditas sindicales

Que trinquen todo lo que puedan, que sigan sin dar un palo al agua pero, por favor, dejen de insultar a la inteligencia de los que han condenado al paro con las medidas que tanto aplaudieron en su día.

Ignacio Fernández Toxo ha resumido de forma gráfica el sentimiento del sindicalismo español frente a la huelga general convocada a regañadientes para finales de este mes. Es una faena, sí, porque se trata de hacer un esfuerzo para mostrar cierta discordancia con un Gobierno cuya ideología es ampliamente compartida en las filas de los sindicatos. Todos son de izquierdas y como tal se comportan. Zapatero empobreciendo a las masas obreras y los autotitulados representantes de éstas exigiendo al Gobierno que persista en el error y, de paso, mantenga las subvenciones con que pueden permitirse vivir sin trabajar.

Nada más apropiado, pues, que introducir un elemento grotesco que eleve el conjunto al nivel de astracanada, como ha hecho el otro sindicato minoritariamente mayoritario, incorporando a la campaña de agitación previa a la huelga a un personaje que ya nos hizo en su día avergonzarnos de nuestra nacionalidad.

A día de hoy, lo único que sabemos es que la huelga general no va dirigida contra el Gobierno. Fieles defensores de la metafísica de Zapatero, los sindicatos atribuyen la culpa del desastre económico y social que padecemos a los que no piensan como ellos, apelando a la mohosa retórica de la avaricia capitalista y los desórdenes del mercado como único expediente para camuflar el fracaso estrepitoso de las ideas que todos ellos tratan de imponer a los demás. Es normal, porque ninguno de los profesionales del sindicalismo o el socialismo político tiene el menor contacto con la economía productiva. Si supieran cómo funciona una sociedad no serían sindicalistas ni socialistas.

El simulacro de huelga general es para el desnortado sindicalismo español una trastada, sí, pero más aún para los trabajadores que han perdido su empleo y deben asistir a este bochorno sindical. Que trinquen todo lo que puedan, que sigan sin dar un palo al agua pero, por favor, dejen de insultar a la inteligencia de los que han condenado al paro con las medidas que tanto aplaudieron en su día. Esa sí es una gran putada.

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