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Jorge Valín

ZP, Rajoy, Mas y los sindicatos deciden su pensión

Si los lobbies, el Gobierno y los sindicatos no tienen autoridad para decidir cómo gestionar nuestra vida personal, ¿por qué sí pueden actuar sobre nuestra vida económica?

A medida que una persona crece va tomando responsabilidades y haciéndose dueño de su vida presente y futura. Escogemos a nuestros amigos, a nuestra pareja, elegimos nuestros estudios, nuestro trabajo, nuestro hogar. ¿Qué pensaría si todo eso nos viniera dado? Es decir, que fuese el Estado quien nos lo proporcionase. Políticos, lobbies y Gobierno decidirían con quién nos hemos de casar para hacer una sociedad afectiva, escogerían a qué nos hemos de dedicar para potenciar nuestras aptitudes o nos impondrían a nuestros amigos para hacer una sociedad pacífica y mejor. Aparte que resultaría un desastre, dejaríamos de ser dueños de nuestros actos. Dejaríamos de escoger nuestro futuro. Perderíamos individualidad y sólo seríamos una pieza más de la maquinaria estatal. Tendríamos una sociedad de borregos y esclavos irresponsables.

Este cuadro no está tan lejos de la realidad. En los próximos tres meses el Gobierno ha de tener, sea como sea, un papelote que refleje una reforma de las pensiones. Los puntos más polémicos son los de elevar la edad de jubilación de 65 a 67 años y ampliar el cómputo de cálculo de las pensiones. Es un tanto deshumanizado, artificial y surrealista si lo piensa bien.

Sobre nuestro futuro van a decidir, sin que tengamos derecho a pronunciarnos: el Partido Socialista, los nacionalistas (CiU y PNV), el PP y hasta los sindicatos y la patronal. Lo más degenerado de la sociedad escogerá cómo nos reparte el pastel. En el proceso habrá compra de votos y populismo, como ya hace el PP diciendo que va a denunciar la congelación de las pensiones. Se sumarán corruptelas y mamoneos entre los políticos repartiéndose favores. En los países anglosajones llaman a este funcionamiento del Estado del Bienestar Crony Capitalism, esto es, "Capitalismo de Amigotes". Cuatro tipos con poder en una sala deciden sobre el futuro de millones de personas para obtener beneficios individuales y corporativistas (de partido) sin ninguna responsabilidad. A los políticos no les afecta la reforma de las pensiones ya que tienen una pensión de oro.

Que el Estado sea responsable de las pensiones, de nuestro futuro, no es menos ridículo que pueda escoger con quién nos hemos de casar, o el tipo de empleo que hemos de aceptar en un futuro. Es economía planificada y una sociedad militarizada y deshumanizada.

Alejándonos del podrido establishment, hay otras formas de pensar. El Partido de la Libertad Individual (P-Lib) –un partido que aún se está constituyendo– aboga por un sistema de capitalización en lugar del de reparto (aquí las diferencias entre ambos). Sus premisas se fundamentan en la Declaración de Salamanca. Sin duda es un sistema más individualizado, menos confiscatorio y más humanitario, ya que no se basa en el robo de la producción al trabajador como sí lo hace el actual. Especialmente, es un sistema sano, sostenible y duradero en el tiempo, aparte de más beneficioso.

Aún así nos hemos de preguntar: ¿es función de Gobierno, lobbies, sindicatos y políticos transformar nuestro futuro? El resultado que hemos obtenido de la intervención del Gobierno en las pensiones es una pérdida de poder adquisitivo continuo. Las pensiones ocupan más de tercera parte del presupuesto del Estado y en el momento de la jubilación sólo recibimos migajas. ¡Pero qué han hecho con el dinero! Es un sistema tan malo que los políticos tienen el suyo propio.

¿Tan idiota se considera usted para pensar que el Gobierno gestionará mejor su dinero que usted mismo? Los medios políticos ni son más sabios, ni están más interesados que nosotros en nuestro futuro. Si los lobbies, el Gobierno y los sindicatos no tienen autoridad para decidir cómo gestionar nuestra vida personal, ¿por qué sí pueden actuar sobre nuestra vida económica? Su única función es poner las menores trabas posibles al ciudadano para que éste se desarrolle conforme a sus ideas, acciones y aptitudes hacia los demás; es decir, dejando fluir la libertad individual. En oposición a este principio básico, siempre hacen todo lo contrario.

Ni sistema de reparto, ni sistema de capitalización. Nuestro futuro lo decidimos nosotros, es nuestra responsabilidad. No somos niños. No nos hemos de dejar robar "por el bien de todos". Es un engaño. Nuestro dinero, en nuestro bolsillo y no en el de políticos, sindicatos o lobbies.

En Libre Mercado

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