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Amando de Miguel

La fatiga de la parla oficial

Lo peor es que los parados que asisten a cursos subvencionados (a menudo inútiles para los educandos) aparezcan como "trabajadores por la patria" o algo parecido. La cosa suena a estalinismo.

Roberto J. Monroy (Tenerife) se lamenta del abuso que se hace del término "ciudadanía" en la parla oficial y oficiosa. Comparto ese sentimiento. Me estraga la reiteración de "los ciudadanos" y no digamos lo de "ciudadanos y ciudadanas". Para empezar, son términos que dejan fuera a los varios millones de extranjeros residentes en España y que también pagan impuestos. Como tantas otras modas del politiqués, esta de "ciudadanos" y sus derivados procede de la II República. Entonces no la empleaban tanto los comunistas o los socialistas como los republicanos, por ejemplo, Azaña. Es evidente la resonancia de la Revolución Francesa. No olvidemos que el primer manifiesto de Franco, el 17 de julio de 1936, terminaba así: "Libertad, Igualdad y Fraternidad". En el habla de los políticos, lo de "ciudadanos" se suele apocopar en "ciuanos". Por lo mismo, el Partido Popular queda en "Partido´pular". La repetición de sonidos <po+pu> resulta engorrosa. Claro que más estragante es tener que decir "Consejo General del Poder Judicial". Se podría haber simplificado con "Consejo Judicial". Desde luego, no es un poder independiente, ni hay altos Consejos que sean particulares.

Eduardo Fungairiño vuelve a recordar la manía de los eufemismos oficiales. Por ejemplo, un vertedero de basuras en el Valle de Lozoya se titula así: "Estación de transferencia de residuos sólidos urbanos". Todos utilizamos eufemismos para evitar la palabra "basura" o similares. Por ejemplo, el lugar para defecar u orinar lo llamamos "baño" o "aseo". Tiene cierta lógica; las palabras pueden oler mal. Don Eduardo se queja de que los "parados" sean ahora "desempleados", por lo mismo que en el franquismo los obreros eran "productores". Añado que lo peor es que los parados que asisten a cursos subvencionados (a menudo inútiles para los educandos) aparezcan como "trabajadores por la patria" o algo parecido. La cosa suena a estalinismo. Me resulta incomprensible el hecho de que esos cursos los tengan que desarrollar los sindicatos. ¿No hay un sistema completo de enseñanza?

César Blanco Castro critica la expresión "Melilla es de España". Para don César sería mejor decir "Melilla es España". Añado que lo óptimo sería no tener que insistir en la "españolidad" de Ceuta y Melilla. Esa insistencia indica que nos sentimos inseguros y acomplejados. Ceuta y Melilla entraron a formar parte del Reino de Castilla antes que Navarra. El problema está en el régimen de Marruecos, que necesita ser irredentista para mantener la legitimidad de la dinastía alauí (y no "alauita", como suele decirse), hoy tan precaria. Puestos a reivindicar tierras pretéritas, El Ándalus llegaría hasta Pamplona o Asturias. De momento van a conseguir que quiten las famosas cadenas del escudo de Navarra y del de España.

Agustín Fuentes me enriquece con un nuevo término del politiqués: "estar en algo". En los debates políticos, para rechazar una proposición del contrincante, los hombres públicos dicen "nosotros no estamos en eso". No me había percatado de ese giro, pero estaré al tanto. Cuánto agradezco la curiosidad de los libertarios.

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