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Paralelismos y diferencias

La diferencia es que en Estados Unidos los mecanismos de defensa del Cuarto Poder están desarrollados y son lo suficientemente sólidos como para que todo quede en las amenazas y las presiones obamitas y la indignación demócrata.

En los últimos años, FOX News se ha convertido en el gran fenómeno mediático en Estados Unidos. Desde posiciones inequívocamente conservadoras, con un discurso ideológicamente fuerte, basado en principios y valores, ha conseguido superar en audiencia a sus competidoras más directas en la televisión por cable, singularmente CNN y MSNBC. A principios de 2010, las encuestas mostraban que es de éstas, la cadena con mayor confianza de los televidentes, con un 49%. Ahora, con el fenómeno Tea Party, y la profunda crisis de popularidad del presidente Obama, la FOX vuelve a estar en el punto de mira de la izquierda demócrata y de la Casa Blanca.

Los medios y el establishment cultural de izquierdas llevan tiempo cargando contra la cadena de Murdoch, a la que acusan de posiciones pro-republicanas y conservadoras, de no ser objetiva, de atacar al Gobierno y crear crispación, todo lo cual les molesta cuando lo hacen los demás, pero no cuando ellos mismos lo hacían con Bush. Lo hacen tal y como las elites progres lo hacen, con una mezcla de desprecio, burla y solemne indignación, que han ido creciendo conforme subía la cadena en audiencia. Larry King –que ya criticó en su día a la FOX– era al momento de retirarse ya vapuleado en audiencia por su competidor en prime-time de esta cadena, Sean Hannity.

El enfrentamiento de la Casa Blanca con un medio de comunicación es algo infrecuente, pero con Obama alcanza límites inauditos. La cadena denuncia censura, porque los funcionarios de Obama tendrían prohibido atender a la cadena. Por encima de eso, Obama lleva ya tiempo protagonizando encontronazos absurdos con la cadena. En 2009 denunció que el medio se dedicaba a "atacar a su gobierno" siendo un simple apéndice del Partido Republicano, lo que por cierto le valió la enhorabuena de Hugo Chávez. El último episodio ha sido su entrevista a la izquierdista Rolling Stone en la que calificaba a la cadena de televisión "destructiva para el crecimiento de América a largo plazo".

Evidentemente, el caso Fox les suena a todos ustedes: una izquierda indignada que acusa a la derecha de crispar simplemente por no compartir sus dogmas; unos medios de comunicación izquierdistas nerviosos ante la pérdida de audiencia y el auge conservador que les lleva a ver conspiraciones por doquier; un gobierno agresivo contra la prensa y la televisión irredenta. El paralelismo es evidente con lo que ocurre en España con el acoso mediático, político e institucional contra algunos medios de comunicación, singularmente el Grupo Intereconomía y el diario La Gaceta.

La diferencia es que en Estados Unidos los mecanismos de defensa del Cuarto Poder están desarrollados y son lo suficientemente sólidos como para que todo quede en las amenazas y las presiones obamitas y la indignación demócrata. Aquí el Gobierno ha roto límites, y se ha lanzado decididamente a frenar a ese grupo mediático liberal-conservador, y en esa línea se enmarcan los dos escandalosos acontecimientos protagonizados por el Gobierno en los últimos meses contra Intereconomía. Primero, la utilización de la Abogacía del Estado y los recursos públicos para la persecución y el acoso a los periodistas Maite Alfajeme y Carlos Dávila, algo que en Estados Unidos sería simplemente impensable, porque De la Vega hubiese tenido que dimitir y enfrentarse a la justicia. Segundo, la injustificada, escandalosa y sectaria multa del ministro Miguel Sebastián contra Intereconomía TV, que instaura el delito de opinión, saltándose los tribunales y las garantías del Estado de Derecho: aberración y quizá delito incluso en la América de Obama. Y que muestra por dónde se las va a ir gastando el Gobierno.

A estos se suman dos preocupantes acontecimientos más, que muestran que la libertad de prensa en España está lejos de la norteamericana. Primero, el linchamiento entusiasta de los medios progresistas –los mismos que van perdiendo influencia en beneficio de los medios conservadores– hacia la brutal multa de 1.000.000 de euros impuesta a Dávila y la revista Época, por un delito que ésta no ha cometido. Y segundo, las agresiones y ataques de los piqueteros de los sindicatos de izquierdas en la última huelga general contra periodistas y reporteros de ese grupo mediático en Cataluña y Madrid, así como el intento de impedir la distribución de La Gaceta. Aberraciones peligrosísimas que muestran una ola de censura y agresividad izquierdista. Desde el punto de vista liberal-conservador, Intereconomía puede parecerse por suerte a la FOX. Pero respecto a las libertades, por desgracia España no se parece a América.

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