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Guillermo Dupuy

Crisis económica, crisis institucional

Con este acomplejado giro, Bauzá no hace sino alinearse con esa estrategia de perfil bajo de un Rajoy que aspira a ser el heredero de la catástrofe de Zapatero con la misma pasividad con la que quiso ser en su día heredero de la buena gestión de Aznar.

Mucho prometer que la inmersión lingüística en las Baleares llegaría a su fin el 22 de mayo de 2011 si el Partido Popular lograba la mayoría absoluta; mucho garantizar que "los padres podrán elegir con absoluta libertad la lengua vehicular para la educación de sus hijos", pero han bastado tres días, algunos gritos de los nacionalistas y no sabemos si alguna advertencia de Arriola, para que el presidente del PP balear, José Ramón Bauzá, se haya mostrado como avergonzado del encomiable compromiso que hiciera el viernes en una entrevista en Libertad Digital. Ahora nos sale con que es "poco responsable" continuar abundando en el debate lingüístico en un momento en el que los ciudadanos sólo están "preocupados" por "las cifras del paro que aumentan diariamente".

No es que Bauzá haya entonado un claro "donde dije digo Diego", pero donde habló de "libertad absoluta" de elegir, ahora habla, con mucha menor claridad, de "facilitar" el uso de las lenguas oficiales de las islas "con equilibrio e igualdad de oportunidades". Y lo que trató como algo tan importante como "llevar la normalidad" a la escuela y a la administración, ahora es por él desdeñado como lo que "menos les importa a nuestros vecinos".

A mí lo que me parece muy "poco responsable" es que un dirigente político no considere una cuestión de primera magnitud que un ciudadano en España no pueda escolarizar a sus hijos en español, tal y como sucede en Baleares. Lo que me parece absolutamente irresponsable es que un dirigente político no denuncie esa coactiva inmersión lingüística que, además de empobrecedora, constituye una auténtica violación de elementales derechos civiles. Más aun cuando ese dirigente viene de reivindicar, escasamente hace tres días, la "absoluta libertad" de elección de los padres en este terreno. Lo más grave de todo es que con este acomplejado giro, Bauzá no hace sino alinearse con esa estrategia de perfil bajo de un Rajoy que aspira a ser el heredero de la catástrofe de Zapatero con la misma pasividad con la que quiso ser en su día ser el heredero de la buena gestión del anterior presidente de Gobierno.

Ya puede Aznar advertir que para salir de la crisis económica hay que hacer frente también a la crisis institucional, que Rajoy está empeñado en no hacer oposición más que en el terreno económico. Y eso cuando la hace.

Lo que me parece claro es que dejando que sea la crisis la que devore a Zapatero, el PP podrá avanzar en las encuestas, pero eso no se traducirá ni en una mayor ilusión ni en una mayor esperanza entre sus votantes. De tener una oposición sólida y desacomplejada, no tendríamos que esperar a que Zapatero nos lleve a una ruina absoluta para conseguir un cambio que corre un clarísimo riesgo de convertirse en mera alternancia.

Y es que de una oposición que pone sordina a cuál es su alternativa en el terreno económico, y que cuando apela a la crisis económica lo hace para disimular su nula oposición en otros campos, no cabe esperar un cambio radical como el que requiere una nación que aparece arruinada no sólo económicamente. La crisis que padece España como nación y como Estado de Derecho, tal vez quede en un segundo plano a los ojos de muchos, comparada con la crisis económica que estamos viviendo. Pero, ¿cómo van a visualizarla los ciudadanos, si quien debe denunciarla considera que hacerlo es "poco responsable"?

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