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EDITORIAL

Supermontilla a por la supercompra de votos

Si el estado premia a los que no tienen empleo ni la menor intención de buscarlo, como ocurre evidentemente con los jóvenes que han renunciado a formarse, lejos de luchar contra el paro estará creando un incentivo para que esa situación se perpetúe.

La propuesta del Partido Socialista de Cataluña, que Montilla ha presentado como una medida estrella de su programa electoral, es ciertamente consecuente con el socialismo y la idiosincrasia del personaje. La certeza de un inminente batacazo en las próximas autonómicas catalanas sólo provoca que la tendencia del nacionalismo socialista, ya de por sí destructiva, se agudice hasta producir situaciones tan sonrojantes como este intento de compra masiva de votos a cambio de garantizar la vagancia subsidiada.

Si el estado premia a los que no tienen empleo ni la menor intención de buscarlo, como ocurre evidentemente con los jóvenes que han renunciado a seguir una formación adecuada, lejos de luchar contra el paro estará creando un incentivo para que esa situación se perpetúe. Además, toda una generación de indolentes acabará considerando tener derecho a percibir una renta a costa del bolsillo de los demás sin hacer nada a cambio, con lo que es previsible que las cifras de abandono escolar para incorporarse a este chollo subvencionado se disparen de forma inmediata.

Se nos dice que se trata simplemente de un préstamo, pero eso sí, sin devengo de intereses y con unas condiciones para su devolución tan irreales que no es seguro que ni tan siquiera uno de estos supuestos anticipos acabe volviendo a las arcas comunes. ¿O piensa acaso Supermontilla que estos jóvenes "ni-ni" van a tener la intención o ser capaces de encontrar un empleo altamente remunerado en los plazos previstos?

Estas consideraciones elementales son válidas para todo tiempo y lugar, pero con la gravísima crisis económica actual y tratándose de Cataluña, la comunidad autónoma más endeudada en términos absolutos de toda España, la implantación de este subsidio generalizado es la prueba de que un gobierno autonómico desastroso ha decidido suicidarse, llevándose con él a la sociedad catalana. Si semejante atentado contra el decoro intelectual y el bolsillo de los contribuyentes acaba teniendo éxito en las elecciones del próximo 28 de noviembre, entonces habrá que concluir en que Cataluña, en efecto, tiene lo que se merece.

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