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EDITORIAL

No llores por él, Argentina

No sabemos cuál será el futuro de Argentina ahora que ha desaparecido quien "compartía cerebro" con su actual presidenta. Lo que sí creemos es que los argentinos no tienen razones para llorar la perdida de tan nefasto mandatario.

"Dos cuerpos y un solo cerebro". Para poder hacer balance de lo que ha significado para su país la figura de Néstor Kirchner, deberíamos de empezar por tener bien presente esta definición que, en más de una ocasión, ha hecho de sí mismo el matrimonio formado por este ex presidente de Argentina y su sucesora en el cargo, Cristina Fernández.

Kirchner llegó al poder en 2003 con un programa populista de ropajes socialdemócratas y en un momento en que Argentina ya era una ingobernable y arruinada jaula de grillos. No tardó mucho en hacer evidente su sectarismo y su voluntad de violentar aun más la convivencia interna del país, tanto impulsando el sindicalismo más siniestro y radical, como anulando leyes que, como las de obediencia debida y punto final, trataban de cicatrizar heridas y dar paso a un proceso de reconciliación nacional. Eso, sin olvidar el impulso que dio a la entrada de los montoneros a importantes cargos de su administración, lo que elevó aun más la crispación entre los argentinos.

Es cierto que en sus años de gobierno Argentina pudo recuperar un respetable grado de crecimiento económico, si bien éste estuvo favorecido por el ruinoso punto del que partía, así como el elevado precio internacional de los granos y cereales que ese país exporta, sin olvidar un disparatado déficit y un camuflado endeudamiento que más pronto que tarde les pasará factura.

Junto a ello, el Gobierno de Kirchner, tanto el que él presidió directamente como el que presidió a la sombra de su mujer, se ha caracterizado también por el aumento de la inseguridad ciudadana, los escándalos, los enfrentamientos dentro y fuera del peronismo y, sobre todo, por las acusaciones de corrupción, en un proceso que ha llevado al matrimonio por la senda de la victimización.

Entre 2003 y 2008, es decir desde que Kirchner llegó a la Presidencia hasta que su esposa cerró su primer año en la Casa Rosada, su patrimonio se multiplicó por siete. Un 600% que contrasta seriamente con la inflación acumulada en el periodo, que fue del 58,7%. Como los medios de comunicación no han sido indiferentes a las sospechas del enriquecimiento ilícito, los Kirchner se han caracterizado por sus ataques a la libertad de prensa, hostilidad que ya era visible desde los tiempos en los que el ahora fallecido dio el salto a la política nacional desde Santa Cruz.

Bajo los más burdos pretextos, como la figura truculenta del llamado "desacato", se han introducido leyes mordaza e intimidaciones de diversa naturaleza a la prensa independiente. A la campaña de hostigamiento contra el diario Clarín, hay que sumar la desatada cuando, en agosto de 2009, el Gobierno decidió nacionalizar la transmisión de fútbol por televisión, sin olvidar declaraciones más recientes de la propia presidenta favorables a nacionalizar los propios medios de comunicación.

El último episodio que ha dado la vuelta al mundo en la carrera de los Kirchner ha sido su asalto del banco central, saldado con el intento de destitución de su gobernador, Martín Redrado, repuesto por la autoridad judicial y que más tarde cesó voluntariamente en el cargo. No es la primera vez que, para enderezar las cuentas de un país golpeado por la crisis, la presidenta recurría a dineros ajenos: en 2008, ante la dificultad de encontrar créditos, su Gobierno confiscó las jubilaciones privadas por un valor de 30.000 millones de dólares que incorporó a las arcas estatales.

A esa inseguridad jurídica, se suma el autoritarismo que la era Kirchner ha dejado en evidencia con su forma de legislar a través de los llamados "decretos de necesidad y urgencia". A través de ellos, Kirchner evitaba el trámite ordinario y democrático en el Congreso, cosa que hizo tan recurrentemente que sólo un tercio de la legislación originada bajo su mandato fue sancionada como proyectos de ley.

Finalmente, no podemos dejar de destacar que, en el plano internacional, la política de los Kirchner siempre se ha inclinado hacia lo peor, hacia la Venezuela de Hugo Chávez, principal tenedora de su endeudamiento, hacia la Bolivia de Evo Morales y, en general, hacia los regimenes populistas y liberticidas que están socavando la democracia en America Latina.

No sabemos cuál será el futuro de Argentina ahora que ha desaparecido quien "compartía cerebro" con su actual presidenta. Lo que sí creemos es que los argentinos no tienen razones para llorar la perdida de ta nefasto mandatario.

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