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Rogelio Biazzi

Kirchner

Es tiempo quizás para que los argentinos se planteen de una vez por todas dejar de ser un país "condenado al éxito" para ser un país que alcanza el éxito como premio.

"Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de la muerte". Lo primero que me vino a la mente son esas palabras que Seann Penn dice en la excelente película de González Iñarritu, refiriéndose al peso del alma. No sé muy bien por qué, pero al enterarme de la noticia sobre la muerte de Néstor Kirchner la imagen que tuve fue la de un gran vacío de poder en la Argentina. Después vinieron las otras reacciones: incredulidad, pena por la muerte de una persona y, por qué negarlo, un pragmático pensamiento de oportunidad de cambio en el destino político del país. A juzgar por el tamaño del hueco que ha dejado la muerte del ex presidente, parece que su alma pesara mucho más que 21 gramos. Su forma de ejercer el poder y su liderazgo en el peronismo tienen su impronta y constituyen una pesada herencia no sólo para su mujer, sino para todos los que orbitaron a su alrededor durante los últimos siete años.

Es obvio que se abre una gran crisis política en Argentina. Lo que no se ve con tanta claridad es cómo saldrá de este crossroad la clase dirigente, dónde encontrará el 2011 –año de renovación presidencial– a cada uno de los protagonistas de la política actual de este bendito país. Las únicas consecuencias inmediatas de la muerte de Kirchner que se pueden analizar son las que se ven en los mercados, que no tienen alma. Estos desalmados reaccionaron al alza y las acciones y bonos argentinos se han disparado en los mercados internacionales. Parece que contrariamente a lo que pasa en el horizonte político, la desaparición de la figura del ex presidente ha aportado tranquilidad y confianza. Su fuerte sesgo intervencionista no sólo en la economía (el verdadero ministro de Economía siempre fue él mismo), sino también en otras áreas sensibles como la justicia, hacían de Kirchner un elemento peligroso para los inversores. Supongo que en el corto plazo los mercados se reacomodarán pero por ahora se sienten más a gusto.

La profunda tristeza que siente Cristina Fernández de Kirchner, mujer de Néstor, puede dejar paso en algún momento a un cierto pensamiento positivo en Cristina Fernández de Kirchner, presidenta. Es verdad que una posibilidad es que –cómo piensa la mayoría– el poderoso aparato peronista se la coma con patatas. Hay no menos de diez caciques peronistas con el cuchillo entre los dientes dispuestos a pelear por el sillón de Rivadavia. Otra posibilidad es que descubramos que CFK es una mujer inteligente. Si logra alejarse del talibanismo de su ex marido quizás se reinvente como un político con nombre propio. Tiene unos cuantos meses blandos por delante, la gente suele empatizar con quienes sufren pérdidas cercanas y seguramente la imagen de la presidenta mejorará sustancialmente por un tiempo. Además, perdonen la comparación, la muerte como el photoshop borra las arrugas, afina los rasgos, oculta los defectos y en definitiva nos muestra una imagen mucho más buena de quien en vida tuvo tantos cuestionamientos. Con Kirchner pasará esto también: sus peores defectos, tan visibles cuando vivía, quedarán ocultos tras un piadoso velo de virtudes. Compromiso social, austeridad e inagotable capacidad de trabajo dejarán atrás su autoritarismo, despotismo, populismo e incluso cosas más graves por las que podría haber sido juzgado penalmente. Pienso que CFK intentará aprovechar todo esto para dejar de ser presidenta delegada y convertirse en presidenta, primero, y candidato del peronismo en 2011.

Aunque la situación actual recuerda bastante a la de 1974 cuando muere Perón y lo sucede en la presidencia su mujer María Estela Martínez, hay diferencias. La más importante es que hoy no se respira un aire de violencia institucional tan pesado como hace cuarenta años. A veces los sucesos trágicos traen consigo una oportunidad de cambio. Es tiempo quizás para que los argentinos se planteen de una vez por todas dejar de ser un país "condenado al éxito" para ser un país que alcanza el éxito como premio. No sé, quizás sea naif pero habría que aprovechar esta desgracia para dar un salto hacia delante. Empezando por los políticos pero siguiendo por los ciudadanos, que no voten ni con el corazón ni con el bolsillo sino con la cabeza. Personalmente, creo que es la hora de dar una oportunidad a políticos serios, honestos personal e intelectualmente, capaces y con ideas innovadoras que saquen a la Argentina de su particular "Edad Media" y la metan de lleno en la modernidad y el progreso. Esos políticos, lo siento, no los veo dentro del peronismo que nunca ha renovado su esencia y sólo recicla candidatos o clona caudillos a la vieja usanza. A lo mejor es mucho esperar, pero como dice el refrán, "un segundo matrimonio es el triunfo de la esperanza sobre la experiencia".

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