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Pablo Kleinman

El péndulo se desplaza

Dudo de que Obama pueda realizar con éxito el éxodo hacia el centro que hizo Clinton hace 15 años, ya que la naturaleza del ex gobernador de Arkansas era mucho más centrista que la del actual presidente.

Pasó lo que tenía que pasar. El triunfo de los republicanos, un verdadero tsunami en la Cámara de Representantes no visto desde que los demócratas hicieran lo propio en 1932 en medio de la Gran Depresión, fue la respuesta de la gente a la arrogancia y a la imprudencia ostentadas por Obama y los suyos durante los últimos dos años.

Los resultados finales no se conocen aún, pero se sabe ya que la victoria republicana supera sus dos grandes triunfos anteriores: el de 1946, luego de la muerte de Roosevelt, y la Revolución Republicana de Newt Gingrich en 1994. Los republicanos han obtenido la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes, aunque los demócratas conservarán una mayoría simple en el Senado, principalmente debido a que tan solo alrededor de un tercio de las bancas de éste estaban en juego ayer. La principal consecuencia del cambio de mayoría en la Cámara Baja es la muerte súbita de la agenda política de Barack Obama.

El triunfo electoral de Obama en 2008, sumado a la mayoría absoluta obtenida por su partido en ambas cámaras del Congreso, había permitido por primera vez en décadas la implementación de una agenda legislativa progre de ensueño, en la cima de la cual se encuentra la nacionalización de la sanidad pública. Si bien los demócratas no lograron todo lo que se proponían al respecto, claramente adoptaron posiciones mucho más a la izquierda del consenso nacional, ignorando los reclamos de la oposición y pariendo una insurrección popular en el camino, el Tea Party.

Si bien la agenda política progre de Obama no podrá prosperar a partir de ahora, a éste le quedan dos años para recomponer su imagen y podría lograr la reelección en 2012, como sucedió en 1996 con Bill Clinton. Los republicanos deberán tener mucho cuidado en este tiempo de no aparecer como una oposición destructiva y salvaje, como fue el caso después del triunfo de 1994. Quizás en ese sentido el no haber obtenido el control del Senado sea una bendición. En lo personal, dudo de que Obama pueda realizar con éxito el éxodo hacia el centro que hizo Clinton hace 15 años, ya que la naturaleza del ex gobernador de Arkansas era mucho más centrista que la del actual presidente. Fue ese éxodo hacia el centro el que salvó la presidencia de Clinton, pero la de Obama puede no correr la misma suerte.

Los resultados que deberían alarmar a los republicanos son los de las elecciones en el mayor estado de la unión, el mío, California. Aquí, el triunfo de ayer fue sin duda para los demócratas, tanto en las elecciones de gobernador como las del Senado y la mayoría de los demás puestos importantes. ¿A qué se debe esto? Ciertamente al voto hispano, que apoyó nuevamente de manera mayoritaria a los demócratas. El voto hispano en Las Vegas fue también el que salvó ayer la carrera política de Harry Reid, el controvertido líder de la mayoría demócrata en el Senado, que resultó reelegido por un margen acotado contra todos los pronósticos.

El sentimiento predominante entre los hispanos del oeste del país es que los republicanos son anti-hispanos. Esto es producto de una pésima política de comunicación de estos últimos durante años, sumada a posturas populistas anti-inmigración de muchos de los políticos republicanos y a unos medios de comunicación hispanos en Estados Unidos de carácter decididamente progre.

El problema hispano de los republicanos es una realidad en el oeste del país y puede serlo muy pronto también en Texas y en otros estados. De no comenzar a resolverlo ahora, la derecha podría llegar a correr la misma suerte en el sudoeste del país que ya corre en el nordeste, donde hasta el triunfo inédito de ayer no quedaba ni un solo representante republicano en la Cámara Baja.

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