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Pío Moa

Rodríguez no ha cambiado de política

El trabajo de los Gobiernos anteriores le dio la gran ocasión de completar la destrucción de la ETA, pero optó por lo que siempre han hecho la izquierda y los separatistas: sacar rentas políticas de la sangre.

La farsa política del PP alcanzó uno de sus máximos al felicitarse de que el Gobierno hubiera cambiado de línea hacia la ETA, tras la ruptura de las "negociaciones" (por iniciativa de la ETA, no de la otra banda), con la detención de numerosos terroristas y frustración de atentados. Superficialmente, parecería que Rodríguez volvía a la línea de Aznar, que, debe recordarse, desarticuló numerosas partidas de asesinos e impidió sus atentados mortales en su último año de Gobierno.

Sin embargo hay una diferencia clave, en la que han caído pocos analistas, despistados por la palabrería del PSOE y del PP: no es lo mismo detener a los etarras en la perspectiva de que vayan a cumplir sus condenas, que en la de sacarlos pronto de la cárcel convertidos en "héroes" populares. Y esta es la perspectiva de las actuales redadas, por cierto que conseguidas gracias a la labor policial previa de control e infiltración realizada en tiempos de Aznar.

Otra discusión bizantina gira en torno a si el Gobierno continúa las "negociaciones" (chanchullos, propiamente). Es prácticamente seguro que los contactos no han cesado, y ahora estamos viendo algo de ello. Y esto se entiende porque la visión política de Rodríguez es distinta, opuesta, a la de Aznar-Mayor Oreja. Estos buscaban la completa liquidación de la banda, mientras que Rodríguez ve en su "proceso de paz" el medio para debilitar la democracia (salida del franquismo) y la unidad de España, en las que no cree. El trabajo de los Gobiernos anteriores le dio la gran ocasión de completar la destrucción de la ETA, pero optó por lo que siempre han hecho la izquierda y los separatistas: sacar rentas políticas de la sangre. Porque, tampoco debe olvidarse, Rodríguez y De Juana Chaos o Josu Ternera comparten amplios principios ideológicos.

Por ello, y no por ningún error o autoengaño, el Gobierno proporcionó a la ETA la legalización de sus terminales, dinero público, proyección internacional, complicidad atenuando la acción policial y llegando al chivatazo directo al menos en una ocasión conocida, campañas de desprestigio contra cuantos exigían el cumplimiento de la ley, intentos de silenciar a la AVT (esto terminó lográndolo Rajoy), y el plan de convertir a las Vascongadas en otra "nación" o Estado más o menos asociado, al estilo del estatuto catalán (examinaré este con más detenimiento, ya que muchos creen que "no es para tanto"). Todas estas actividades son delictivas, constituyen la mayor colaboración que la banda armada ETA haya tenido en su historia, y precisamente cuando se encontraba acorralada. El Gobierno no se ha "equivocado" ni la ETA "le ha engañado". Rodríguez parte de una concepción general que orienta su política, con avances y retrocesos como ocurre siempre. El PP no tiene ninguna otra concepción que cuatro trivialidades económicas, para colmo populistas, y el deseo de ocupar poltronas. Así estamos.

Ello aparte, aún si el Gobierno hubiera rectificado su anterior colaboración –lo cual no ocurre de ningún modo–, la cosa no puede quedar ahí, como pretende el PP. Los daños causados a la integridad de España, de la democracia y del Estado derecho son de tal magnitud que sus autores deberían ir a los tribunales, como fueron algunos ministros y altos cargos de Felipe González por delitos mucho menores.

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