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Agapito Maestre

La maldad de la Audiencia Nacional

La sentencia de la Audiencia Nacional negando la calificación delito de enaltecimiento del terrorismo a estos tres individuos es una inmoralidad, entre otras razones, porque considera al derecho al margen de la argumentación ética.

Estoy harto de oír hablar del mal. Abundan los discursos y las chácharas sobre las mil formas de comprender el mal. Las retóricas del mal se empeñan en buscarle razones. Causas. Pero resulta imposible justificar el mal sin caer en la impostura de negar lo obvio: si hay mal, y el terror de ETA es un mal, entonces hay alguien que lo padece. Existen víctimas. Cuando alguien juzga un delito sin referirse a las víctimas, algo grave está pasando en su "razonamiento". El sufrimiento es la barrera del pensamiento, incluidas las "razones" y "argumentaciones" que pudieran exhibirse en una sentencia judicial. El límite del derecho es el sufrimiento de las víctimas.

Es imposible delimitar el mal causado sin hablar de las víctimas que lo sufren en sus carnes, o sea, físicamente. Ahí reside el principal problema de la sentencia de la Audiencia Nacional que absuelve a tres individuos de enaltecimiento del terrorismo sin referirse jamás a las víctimas. ¿Por qué no le piden los magistrados a los procesados que hagan pública condena de los crímenes de ETA? Sería una prueba de buena fe del tribunal y, sobre todo, una manera de escuchar el sufrimiento de las víctimas. Es obvia, pues, la injusticia de la Audiencia Nacional al absolver del delito de enaltecimiento de terrorismo a tres individuos que han estado repetidas veces procesados, encausados y condenados, por defender el terrorismo o ejercerlo. Más aún, esas personas no han hecho otra cosa en su vida que justificar de múltiples formas el terror de ETA.

Los tres individuos absueltos por la Audiencia Nacional jamás han rectificado, criticado o, sencillamente, mostrado una señal de contrición sobre el dolor físico y moral, sufrimiento sin más, que ha provocado ETA y todo su famoso entorno a miles de seres inocentes; menos aún han pedido perdón a las víctimas del terrorismo. Por lo tanto, la sentencia absolutoria de la Audiencia Nacional se integra en esa trama política e intelectual, nacionalista y socialista, que se preocupa antes por justificar, razonar y darle "sentido" al mal terrorista que ayudar a la víctima del terrorismo.

La Audiencia Nacional, como el Gobierno de Zapatero, quiere acabar con el terrorismo no sólo sin prestarle ayuda alguna a la víctima, sino sobre todo justificando su sufrimiento, el dolor, el mal causado sobre seres inocentes. Acaten los políticos y ciudadanos, como he dicho otras veces, todas las sentencias judiciales, pero no habrá progreso jurídico ni democrático si esas mismas sentencias no son discutidas. En un sistema democrático nadie, y menos la justicia, está libre de ser cuestionada por los ciudadanos libres e independientes de cualquier dogma. Discutamos, discutamos y discutamos hasta el final las sentencias de los jueces porque en esa discusión nos va la vida democrática.

La sentencia de la Audiencia Nacional negando la calificación delito de enaltecimiento del terrorismo a estos tres individuos es una inmoralidad, entre otras razones, porque considera al derecho al margen de la argumentación ética, y, por supuesto, es muy discutible jurídicamente, porque considera que la lógica jurídica no tiene relación con el sentido común. Quienes consideren que en este fallo de la Audiencia Nacional existe alguna coherencia argumentativa, tendrán que demostrar esa afirmación, porque las inexistencias no se prueban.

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