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Alberto Gómez

El autoengaño de Lassalle

¿Qué quiere decir todo esto? Que Lassalle ha escrito acerca del concepto de liberal que tenía en mente ZP cuando decía que él era liberal. Y quiere decir también que Rajoy, después de su claudicación, es un peligro casi mayor que Zapatero

La razón por sí misma no mueve a nada, Aristóteles dixit. Son las pasiones las que mueven a las personas. Si las pasiones hubieran sido moldeadas por la selección natural, el deseo de poder sería una de las pasiones más fuertes, ya que no existe mayor oportunidad para dejar descendencia numerosa que la detentación de poder. La escuela de la Public Choice de economía explica con un acierto asombroso la política en base a la hipótesis de que los representantes atienden a sus intereses personales exclusivamente. No es porque los políticos sean conscientemente mentirosos todo el tiempo acerca de los valores y virtudes que representan, sino porque ellos mismos se creen que trabajan para la sociedad cuando en realidad son esencialmente egoístas. El autoengaño siempre opera a favor de uno mismo y la razón, esclava de las pasiones, encuentra en el autoengaño el cerrojo perfecto. La política es el campo de la primera división donde juegan los engañadores más sofisticados que produce cada generación. Todos los mecanismos de control –desde la separación de poderes y el gobierno limitado hasta el imperio de la ley de la democracia liberal– tienen estas verdades en frente desde el primero al último de sus preceptos. O eso nos creíamos... hasta que llegó Lassalle.

No conocía gran cosa del tal Lassalle excepto que es el gafapasta del PP preferido por Rajoy, ese famoso político que dormita visionando Teledeporte y que desayuna con el Marca. Además, Lassalle es el donnadie que tuvo la desfachatez de despachar a María San Gil. ¿Qué se ha creído ese Lassalle? Es una mezcla de Pepiño y Caldera, igualmente engreído. Pero no acaban aquí sus paralelos con el mundo del zapaterismo.

Lassalle ha publicado un libro titulado Liberales: el compromiso civico con la virtud. Ningún liberal ha negado lo buenas que son ciertas virtudes para la vida política, pero eso no les hace ser lo que Lassalle quiere que sean. Porque Lassalle está empeñado en que el liberalismo y el llamado republicanismo son la misma cosa.

El neorrepublicanismo parte del republicanismo de los antiguos pero sin limitar el poder por medio del respeto a la tradición y sin el moderno equilibrio de poderes de la democracia liberal. Para el neorrepublicano, el poder se justifica, no se limita. Y se justifica por medio de la participación ciudadana en la política, que debe sustentar con sus votos, sí o sí, a una meritocracia de la virtud en la que los valores a destacar dependen los gustos particulares de cada neorrepublicano. Como todo ingeniero social, sin ataduras con la tradición y sin tener en cuenta sus limitaciones, el neorrepublicano se inventa unos valores minimalistas, acordes con su visión, que dada su condición humana, es estrecha e ignorante. Y así, por realimentación, se cierra una espiral que conduce inexorablemente al totalitarismo mediático, educativo y legal que estamos padeciendo.

Porque tanto Lassalle, el ideólogo de Rajoy, como Torres Mora, el ideólogo de ZP, son seguidores de los mismos ideólogos neorrepublicanos: Pettit, Viroli, Pocock o Skinner. Para entender hasta qué punto ZP, Lassalle y los ideólogos neorrepublicanos forman un solo bloque ideológico, basta decir que uno de esos últimos, Pettit, es coautor de un librosobre Zapatero que se subtitula "el republicanismo cívico de Zapatero". En ese libro puede encontrarse una apología de la acción política de ZP y toda la palabrería de Lassalle.

Pettit escribe ese libro a medias con un sociólogo de la Pompeu Fabra, la misma universidad donde da clases la mujer de Lassalle, socialista catalana. Para todos ellos, Aznar, Reagan y Thatcher son "neoliberales y libertarios" .Y entonces... ¿quiénes son los liberales? Por supuesto Lassalle el virtuoso y su jefe, el lector del Marca. ¿Qué quiere decir todo esto? Que Lassalle ha escrito acerca del concepto de liberal que tenía en mente ZP cuando decía que él era liberal. Y quiere decir también que Rajoy, después de su claudicación, es un peligro casi mayor que Zapatero.

Además del concepto de virtud cívica, que lleva a la Educación para la Ciudadanía, y a la larga al adoctrinamiento totalitario, en Pettit está el concepto de "no dominación": el Estado debe vigilar para compensar las desigualdades entre particulares. Por tanto, todo grupo de presión de presuntos agraviados, ya sean gays, feministas militantes, presuntas víctimas de la guerra civil, sindicatos o en general cualquiera que quiera vivir del cuento pueden estatalizar sus odios y ZP o Rajoy, a través de la iluminación centrista de Lassalle, los vengarán mediante leyes de igualdad, de memoria histórica, de justicia redistributiva y generosas subvenciones.

Torres Mora dice claramente que el neorrepublicanismo brinda la "gramática" necesaria para los cambios que ZP quiere hacer en la sociedad española. Yo creo que lo que justifica esa gramática es un nuevo totalitarismo. Lassalle ha recorrido también su camino de autoengaño a favor de su poder personal desde sus tiempos de pelota de Aznar en FAES a ideólogo de la oligarquía partitocrática que manda aquí. Para hacerlo, en su libro ha confeccionado una tortilla de patatas neorrepublicanas de la Pompeu con sobras de cebolla liberal, revuelto en una pasta de verborrea centrista. Que se la coma el que tenga estómago. Y luego, que vote a Rajoy.

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