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Navidades amenazadas

Operaciones como estas, parecidas a otras desarrolladas en otros lugares –entre ellos España–, demuestran la importancia de la labor preventiva en la lucha contra este tipo de terrorismo.

Lo adelantamos en esta columna hace unas semanas. La detención el 20 de diciembre en Londres y otras dos ciudades británicas de 12 sospechosos de preparar atentados terroristas en marcos urbanos durante las Navidades se ha sumado al atentado suicida frustrado en Estocolmo del día 11 y a la detención el día 25 en Holanda de 12 somalíes sospechosos también de preparar un atentado navideño. Como telón de fondo, todo esto ocurre en las mismas fechas en las que, en Madrid, el Tribunal Supremo revisa el recurso de casación presentado por los 11 paquistaníes condenados por la Audiencia Nacional acusados de preparar un atentado suicida en el metro de Barcelona en enero de 2008.

Todo ello pone de manifiesto tanto la actualidad de la amenaza terrorista como algunos elementos definidores de la misma que es interesante resaltar. En primer lugar, la Navidad es un período particularmente vulnerable para las sociedades occidentales y, especialmente simbólico, para los terroristas yihadistas salafistas. No está de más que recordemos hoy que hace precisamente una década algunas células de Al Qaida fueron desarticuladas en Europa cuando preparaban, entre otros, atentados contra mercadillos navideños en Estrasburgo y en otros lugares: las células Meliani y Varese de Al Qaida fueron en 2000 y 2001 indicadores claros de una labor terrorista desempeñada por la red de Osama Bin Laden que el 11-S iba a convencer a muchos incrédulos de sus verdaderas intenciones.

Hoy, una década después, atentados frustrados, detenciones y procesos judiciales nos recuerdan, como indicábamos al principio, que la amenaza sigue ahí.

El suicida, ciudadano sueco desde 1992, era un iraquí nacido en Bagdad, Taimour Abdelwahab Al Abdaly, quien entre 2001 y 2004 había estudiado en la universidad británica de Bedfordshire y vivido varios años en Luton, un lugar conocido por la extensión del yihadismo salafista entre comunidades musulmanas allí asentadas, y donde aún reside su familia: destaquemos que de Luton procedían los terroristas suicidas del 7 de julio de 2005 en Londres. Precisamente en la capital británica y en otras dos localidades –en Cardiff y en Stoke-on-Trent–, fueron detenidos 12 sospechosos, aparentemente originarios de Bangladesh, el 20 de diciembre, acusados de preparar atentados navideños en el mismo Londres y en localidades de West Midlands, en el centro de Inglaterra. Esta es la mayor operación antiterrorista en suelo británico desde la realizada en 2009 contra una docena de individuos que fueron detenidos en el norte de Inglaterra y que luego fueron liberados. Días después, el 25, una docena de somalíes eran detenidos en Rotterdam y otras localidades holandesas acusados de preparar atentados inminentes; previsiblemente también durante el período navideño.

Operaciones como estas, parecidas a otras desarrolladas en otros lugares –entre ellos España–, demuestran la importancia de la labor preventiva en la lucha contra este tipo de terrorismo. Ello a pesar de que luego esto pueda implicar debilidad en lo que a las pruebas a presentar ante un tribunal respecta.

Sobre el paso por los tribunales tenemos precisamente una experiencia reciente en España, con la revisión del recurso de casación presentado por los abogados de los 11 paquistaníes condenados por la Audiencia Nacional en 2009. Acusados de preparar atentados suicidas en el metro de Barcelona, fueron detenidos por la Guardia Civil el 18 de enero de 2008. Tras recibir condenas de entre ocho años y medio y 14 años los acusados presentaron dicho recurso y ahora la Fiscalía ha aprovechado para pedir que se incrementen las penas en ocho años más de prisión. Del ya fallecido líder de los talibán paquistaníes, Baitullah Mehsud, había partido la orden de cometer dicho ataque y gracias a un testigo protegido –uno de los terroristas que tenía que haber actuado como suicida– se aportó la carga de la prueba en un juicio en el que no se pudo aportar mucho más, ni siquiera el explosivo o la fecha y lugar exacto en que se cometería la masacre. Precisamente en la ausencia de estos elementos se basan acusados y sus defensores para intentar desarmar la estrategia de la acusación, victimizándose de paso en su condición de musulmanes. Esta es una de las debilidades principales derivadas de las acciones antiterroristas de tipo preventivo, pero dichas acciones deberán de seguir produciéndose en el futuro para tratar de despejar la letal amenaza representada por un terrorismo yihadista salafista que sigue activo, dentro y fuera de España.

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