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Delincuencia común y terrorismo

Delincuentes terroristas, delincuentes comunes y delincuencia organizada actuando al alimón, vulgarizando en cierta medida a los terroristas y la imagen en términos de amenaza que estos representan ante las opiniones públicas.

Las cada vez más frecuentes alertas que se dan en suelo europeo frente a la amenaza del terrorismo yihadista obedecen no sólo a la detección de células y redes que planean atentados –o a la constatación de que la propaganda terrorista navega con buen viento por internet–, sino también a la comprobación de que la financiación de estos elementos terroristas no les supone ningún problema. Sobre todo gracias al gran aprovechamiento que hacen de fondos obtenidos de diversas actividades ilícitas, desde la pequeña delincuencia hasta tráficos varios –de drogas, armas, mercancías robadas– o la falsificación de dinero y documentos de identidad. El gran juicio que acaba de comenzar en París el 3 de enero, y las detenciones recientes en España nos ayudan a ilustrar esta realidad.

El lunes 3 de enero ha comenzado en París el juicio contra 8 yihadistas, y este proceso, que durará previsiblemente hasta el 28 de este mes, volverá a aportar muchos indicadores –la mayoría ya conocidos, eso sí– sobre cómo funcionan estas redes terroristas en suelo europeo. El abanico de acusaciones contra los ahora procesados es amplísimo: tentativa de atraco a mano armada, asociación de malhechores en relación con empresa terrorista, financiación de empresa terrorista y tenencia de armas de guerra y de explosivos también en relación con empresa terrorista. Desmantelada en 2005, esta célula había intentado entonces un robo contra un depósito de fondos de la compañía Securitas en la localidad de Beauvais, en Oise. Por suerte, la identificación de tres de los detenidos por las cámaras de seguridad de la compañía permitió desmantelar la red.

Esta utilizaba como base el restaurante de uno de sus miembros, un franco-argelino, situado en las afueras de París, en Clichy-Sous-Bois: en él se intervinieron dinamita, dos fusiles de asalto, dos pistolas y varias identificaciones de policía falsificadas. El origen de los detenidos es variado, lo que sucede cada vez con más frecuencia en las células yihadistas salafistas neutralizadas en toda Europa: dos franceses, un franco-argelino, un argelino y cuatro tunecinos. Uno de los miembros del grupo, Ouassi Cherifi –alias El Turco–, ya había sido condenado en 2002 a cinco años de prisión por tráfico de pasaportes falsificados. Durante su estancia en la cárcel conoció al francés de origen argelino Safé Bourada, uno de los condenados por los sangrientos atentados del Grupo Islámico Armado (GIA) cometidos en París en 1995. Aparte del establecimiento de vínculos o del refuerzo de estos en prisión –que es otra constante entre los terroristas yihadistas actuando en suelo europeo–, es interesante destacar la figura de Bourada: lideraba un grupúsculo, Ansar al Fatah, que se financiaba a través de fondos obtenidos de la prostitución. En fin: delincuentes terroristas, delincuentes comunes y delincuencia organizada actuando al alimón, vulgarizando en cierta medida a los terroristas y la imagen en términos de amenaza que estos representan ante las opiniones públicas.

En España tenemos aún reciente el caso de la denominada Operación Kampia del pasado 1 de diciembre, desarrollada por el Cuerpo Nacional de Policía contra una red de sustracción y falsificación de pasaportes en Barcelona, con ramificaciones en Tailandia y otros países asiáticos, de la que aquí dimos cuenta. Siete personas eran detenidas, la mayoría paquistaníes, desmantelando una red que compraba pasaportes robados por delincuentes comunes y luego los enviaban a Tailandia para abastecer a grupos y redes terroristas. Esta operación enlaza con otra anterior, la "Operación Fish", desarrollada también en Cataluña en 2008, y que entre otras detenciones permitió aquel año la de un miembro del grupo que se disponía a volar a Tailandia con 48 pasaportes en su poder. Por otro lado, la Operación Dinio de la Guardia Civil permitía detener en la localidad navarra de Tudela entre el 19 de noviembre y el 3 de diciembre a seis argelinos acusados de 50 robos en domicilios, asociación ilícita y, tres de ellos, también de tráfico de drogas. Aunque los detenidos en Navarra no aparecen en principio vinculados a actividades terroristas, su perfil es el ideal para alertar sobre lo dicho hasta ahora. Además, y esto es importante en términos preventivos, su notable especialización a la hora de desvalijar viviendas puede ser aprovechada más pronto que tarde –si es que no lo ha hecho ya– por las células terroristas. Y es más que probable que sean cortejados, probablemente en prisión, para consolidar dicho aprovechamiento de cara al futuro.

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