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José T. Raga

El presidente sigue de perfil

¿Se ha enterado usted de que Moody’s advierte o amenaza con rebajar el rating de la deuda española si sigue usted con su beneplácito para el endeudamiento de las comunidades autónomas? Aunque no se lo diga el FMI, es conveniente que se entere.

Tras profundizar en el estudio del modo de ser de nuestro presidente, he llegado a una doble alternativa: o bien es un ser atemporal y aespacial, es decir, está fuera del tiempo y fuera del lugar –por eso dice esas cosas, que no pasan de ser una antigualla, y además las dice referidas a un país que nadie reconoce y que puede dudarse de que exista– o bien es un mago posicional que se coloca en la posición más conveniente, según los casos, para eludir cualquier responsabilidad y para exonerarse de dar cualquier explicación satisfactoria. Yo me inclino más por esta segunda alternativa que por la primera, lo cual no exime de que, en ocasiones, las haga compatibles.

Como en un vertiginoso salto atrás en el tiempo –es lo que él hace bien y que identifica como progresismo– se ha situado en los comienzos de 2006, ignorando los cinco años transcurridos desde entonces, para decir que lo que no previó el FMI respecto a la crisis financiera, no se le puede exigir que estuviera en sus previsiones. En efecto, esa exigencia ni siquiera estaría en la mente del mayor de los ingenuos optimistas.

El año 2006 estuvo todo él bombardeado por mensajes y advertencias sobre la burbuja inmobiliaria –seguramente no recuerda nada, porque también anda mal de memoria... cuando le interesa–, del seguro estallido de ésta y de las consecuencias que tal estallido produciría en el sistema financiero español; eso en un escenario de equilibrio presupuestario y no de un déficit excesivo como el actual, que absorbe todos los recursos crediticios y más, de los que dispone el país.

Pero cuando la crisis ya golpea con dureza a nuestro país –hablamos de finales de 2007 y principios de 2008– el señor presidente se pone de perfil para negar que la cosa le afectase a él y a la nación española, negando rotundamente una y mil veces la existencia de la crisis. Y pasó el 2008 y todo el 2009, negando una y otra vez la evidencia más palpable, cuando de momento, no estando en crisis, sin embargo, estábamos saliendo de la crisis. Todo un despropósito, pensarán ustedes, y no les falta razón, pero así es el señor Rodríguez Zapatero. Además tiene un buen acompañamiento de palmeros, que cantan y bailan al son que tocan, menospreciando y humillando su propia dignidad, único patrimonio que podrían haber defendido.

Ahora, arrinconado en un desastre financiero del que él es protagonista indubitado, con una economía real –la de la producción de bienes y servicios– paralizada por restricciones financieras derivadas del despilfarro del sector público, y preso de sus compromisos políticos para mantenerse en el poder, único objetivo de su presidencia, ha compuesto una nueva partitura que cantan, con ocasión y sin ella, él mismo, su Vicepresidenta Económica, y cualquier otro sainetista de la escena política, tratando de responsabilizar a Rodrigo Rato, en su época de director gerente del Fondo Monetario Internacional, cargo en el que estuvo hasta julio de 2006, de no haber previsto la crisis financiera que se avecinaba.

Cualquiera que le escuche, si es que alguien lo hace, pensará que estamos viviendo en noviembre de 2007 o, como máximo, en la Navidad de ese mismo año. Pero, señor presidente, aunque usted no prestara atención a las voces que en el país estaban ya hablando de los desequilibrios y de las consecuencias financieras de los mismos, han pasado ya tres años que usted ha perdido miserablemente, regando de dinero el mercado para ocultar la realidad en la que vivíamos, y endeudándose hasta más allá de lo tolerable en una actitud de total irresponsabilidad, aunque espero que con punibilidad histórica. Sí, espero que la historia le exija cuentas de su actitud falsaria, del engaño en que ha mantenido a la sociedad española y, si el país fuera más adelantado en la efectividad de los derechos individuales y colectivos, sería de esperar también la dación de cuentas en el presente y no solo en el devenir histórico.

Y, por cierto, puesto a distraer la atención de la noble concurrencia nacional, yéndose al Fondo Monetario Internacional como cinco años atrás, me pregunto: ¿cómo no se le ocurre pedir responsabilidades a alguien más cercano, el gobernador del Banco de España, que lo es desde julio de 2006, por no haberle advertido del problema que se vislumbraba y que se hizo realidad a finales de 2007? Por lo visto, nada le dijo y esto le hizo ser el único mandatario del mundo que vivió los años siguientes en la más absoluta inopia. 

Por lo visto, lo que no le dijo el gobernador del Banco de España, también se lo ocultó el subgobernador, Sr. Viñals, pues usted siguió sin enterarse de nada, porque Don Rodrigo Rato no lo había previsto. Quizá es que usted no mira lo que ocurre en el país, y sólo está pendiente de lo que se contiene en los informes del Fondo Monetario Internacional, aunque tampoco de todos; por eso, ahora que está allí aquel señor Viñals que nada le dijo cuando estaba en el Banco de España, sí que se entera que Rato no hizo los deberes, porque se lo dice desde Washington. Y es que no hay nada como ser internacional para no enterarse de lo que no se quiere.

A quien estuvo en el Banco de España desde 2006, y desde abril de 2009 está en el FMI también le pasó inadvertido por lo visto, o al menos no levantó la voz, sobre la concentración de riesgos y la falsedad de balances de no pocas entidades financieras, esas mismas a las que ahora está presionando para que compren deuda pública del Estado español.

¿Se ha enterado usted de que Moody’s advierte o amenaza con rebajar el rating de la deuda española si sigue usted con su beneplácito para el endeudamiento de las comunidades autónomas? Aunque no se lo diga el FMI, es conveniente que se entere, aún siendo su objetivo seguir de perfil hasta mayo del año que viene –elecciones generales– fecha casual en la que usted promete que se iniciará la recuperación acelerada de la economía. De momento, lo único acelerado son los cinco millones de parados y el caos económico de unas pretendidas reformas que en nada quedan por el momento. El tiempo pasa, aunque para los de perfil lo hace, por lo visto, con mayor lentitud y menor memoria.

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