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Jaime de Piniés

Novedades del G-20

El importante paso dado por el G-20 es el reconocimiento de que, tarde o temprano, China tendrá que dar su brazo a torcer y permitir que el renminbi se aprecie.

Desde hace años el Fondo Monetario Internacional viene avisando de que los desequilibrios macroeconómicos en el mundo son una fuente de inestabilidad y que contribuyen a perpetuar las burbujas financieras. Los países con superávit como China, Alemania, Japón y los países exportadores de petróleo alimentan los excesos de los países con déficit como Estados Unidos, España, Reino Unido, Portugal, Grecia y muchos países emergentes. El problema también afecta a los países con un exceso de ahorro nacional, léase países con superávit, ya que la acumulación de reservas también desencadena procesos inflacionarios en sus economías.

Llevamos décadas en esta situación con países, netamente deudores, como España y Estados Unidos y con economías como la China que sostienen unas tasas de crecimiento artificialmente elevadas sobre las espaldas de parados en los países endeudados. Normalmente, el mercado impondría una corrección. Pero China, con un caudal inmenso de reservas, impide que su divisa, el renminbi, se aprecie.

Dicho esto, lo cierto es que en la última reunión del G-20, con España como invitado permanente, junto con otros cuatro países invitados, han decidido que el Fondo Monetario Internacional tiene razón y por ello han tomado medidas para extremar la vigilancia sobre cuatro partidas que están íntimamente ligadas entre si. El cerco se abre, pues, sobre 1) el déficit público y la correspondiente deuda pública; 2) el ahorro nacional, o para ser más exacto, su deficiencia, y otras dos variables; 3) la cuenta corriente de la balanza de pagos y 4) el tipo de cambio. Estas cuatro variables están estrechamente conectadas entre sí dado que la identidad contable macroeconómica de toda economía abierta, establece que el ahorro nacional del sector privado más el déficit del sector público es siempre igual a la cuenta corriente de la balanza de pagos. Si hay un exceso de ahorro del sector privado, o lo que es lo mismo, una insuficiencia de inversión nacional, y si el déficit público no es excesivamente grande, el país en cuestión tendrá un superávit en la cuenta corriente y por tanto se estará convirtiendo en un país netamente acreedor frente al resto del mundo; pongamos por caso Alemania. El tipo de cambio es una variable que afecta al equilibrio mundial y que puede llevar a re-equilibrar la situación de partida para alcanzar la dicha de Benjamin Franklin: "Never a borrower nor a lender be!"; que en español se podría traducir, ni prestamista, ni prestador.

El importante paso dado por el G-20 es el reconocimiento de que, tarde o temprano, China tendrá que dar su brazo a torcer y permitir que el renminbi se aprecie. Y, mientras tanto, veremos como los "desequilibrios" en el mundo se mantienen, lo cual supone que las burbujas financieras seguirán creciendo. Pero quizá sea esto el principio para que algún día lleguemos a tener un sistema mundial que nos permita evitar situaciones tan extremas como las que hemos vivido en los últimos años. Lo cual no quiere decir que no sea justificado mantener situaciones de desequilibrio durante largos periodos de tiempo. Es entonces cuando la inversión debe fluir donde mayor sea la rentabilidad y cuesta pensar que ésta vaya a parar a países como el Reino Unido, España, Portugal y Grecia, la excepción vendría a estar con Estados Unidos.

El G-20 pone el ojo en ciertas variables. Y el gran laboratorio donde se verá si es posible poner orden al concierto macroeconómico es la Unión Europea Monetaria donde los países han cedido soberanía para alcanzar un bien común. Si el euro sigue adelante con pujanza y fuerza y si todos los países de la zona euro zona siguen prosperando, los demás países del G-20 decidirán, tarde o temprano, que quizá valga la pena hacer más que sólo vigilar unas pocas variables económicas. Por lo tanto, suerte al euro. Es necesario que el modelo euro salga adelante para afianzar nuestra maltrecha aldea global.

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