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¡Abandona toda esperanza!

El Tribunal Constitucional no es un tribunal de Justicia: es un órgano político, una tercera cámara parlamentaria donde se hace política.

Cuando escribo estas líneas aun no he leído la sentencia del Tribunal Constitucional, pero la prensa da idea de las razones que le han llevado a permitir que Bildu esté en las urnas. Sí que leí las Sentencias del Tribunal Supremo y ante la contundencia tanto de sus razonamientos como de las pruebas en las que se apoya, intuyo que el Tribunal Constitucional va a tener difícil convencer y eso que por convicción y deformación profesional estoy abierto a que, con razones jurídicas, se me convenza de que un criterio jurídico puede ser erróneo.

Ante el Tribunal Constitucional ya no sé que pensar: cada vez que me acerco a su doctrina tengo la sensación de que el Derecho se escribe de nuevo. Me siento merecedor de que mi título de licenciado sea anulado. Lamentablemente nos tiene acostumbrados a este tipo de situaciones. El último y sonoro episodio fue con motivo del Estatuto de Cataluña. Por lo que significa este Tribunal reclamé respeto ante las amenazas e insultos preventivos que le dirigieron los impulsores del Estatuto, aunque viendo su trayectoria habría que concluir (parafraseando a Zapatero y su opinión sobre la muerte de Bin Landen) que el Constitucional "se ha buscado su destino", luego se ha buscado la crítica ácida y que la clase política lo conciba como un órgano susceptible de manipulación.

He dicho y repito que el Tribunal Constitucional no es un tribunal de Justicia: es un órgano político, una tercera cámara parlamentaria donde se hace política con el revestimiento del lenguaje jurídico, con las formas y la liturgia de un órgano judicial. El tiempo y el goteo de casos se empeñan en darme la razón. Ahora penden del Tribunal Constitucional asuntos relevantes: la educación para la ciudadanía, la ley del aborto o los llamados "matrimonios" homosexuales o temas que afectan directamente a Garzón, pero visto el caso Bildu, ¿cabe esperar que contraríe la actual mayoría política e ideológica? Cuando alguien lleva al Constitucional asuntos de esa naturaleza, en el sello de registro debería añadirse lo que Dante puso a las puertas del Infierno: "abandona toda esperanza".

Vuelvo a Bildu. Cuando días antes de dictar sentencia, ante la amenaza de ruptura por parte del PNV, Zapatero dijo aquello de "vamos a darnos un tiempo hasta que resuelva el Constitucional"; cuando es noticia de primera plana que hubo contactos entre el Gobierno y el Tribunal, cuando la división de votos se corresponde matemáticamente a la designación política de cada magistrado, cuando está en el aire la idea de una negociación con ETA, cuando se conocen algunos pormenores de lo hablado con la banda, ¿hay motivo para cambiar de opinión?

Creo en el Estado de Derecho, por eso denuncio que alrededor de la aplicación y enseñanza de la Constitución se concentre tanto mercenario del Derecho, algo que no ocurre con otras ramas jurídicas; he defendido y mucho al Tribunal Constitucional cuando ha sido atacado injustamente, lo defendí incluso cuando el Tribunal Supremo condenó a sus magistrados, pero este episodio es determinante, y su gravedad que se acentúa cuando quien humilla al Tribunal Supremo fue su Presidente.

José Luis Requero, magistrado de la Sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional

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