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EDITORIAL

Menos impuestos y más libertad

Cabe esperar que a este decepcionante primer paquete de disposiciones le siga otro que acometa decididamente los problemas reales de nuestra economía: un gasto público inasumible y una falta de libertad económica inaceptable.

Un argumento recurrente de la clase política para justificar las subidas de impuestos es que España cuenta con una baja presión fiscal, por lo que hay margen para subirla hasta llegar a la media de los países de nuestro entorno. La afirmación no sólo no es cierta sino que, en realidad, ocurre exactamente lo contrario. Como demostramos en Libre Mercado, en España soportamos un yugo impositivo muy superior al que se estila en economías con un nivel similar de desarrollo; una brecha que el incremento del IRPF decretado por el nuevo Gobierno en su primer Consejo de Ministros no va a hacer sino agrandar.

La devastación producida por los socialistas en nuestra economía, con la desviación al alza del objetivo de déficit anual como broche final, podría servir de atenuante en este incremento de la fiscalidad decretado por el equipo económico de Rajoy, pero la tarea de cuadrar las cuentas estatales no necesariamente tiene que realizarse a base de expropiar la riqueza privada de los ciudadanos; controlando el gasto público de forma mucho más rigurosa de como lo ha hecho el Gobierno se podría haber llegado al mismo resultado sin necesidad de incrementar los ya de por sí muy elevados gravámenes del IRPF.

Pero no sólo tenemos unos elevados tipos impositivos, sino que nuestro país es también de los que menos libertad económica ofrecen a sus ciudadanos, tal y como muestran los estudios de legislación comparada. El cóctel resultante no puede ser otro que el agravamiento de la crisis económica, el deterioro o la desaparición de numerosos servicios públicos, un estancamiento prolongado y altísimas cifras de paro, especialmente sonrojantes si se comparan con las de otros países.

Rajoy identificó durante la campaña electoral con gran valentía y acierto los principales males de nuestra economía y ofreció su receta para salir de la crisis, basada precisamente en reducir los impuestos y estimular la libertad de mercado facilitando a empresas y emprendedores la posibilidad de crear riqueza mediante de la supresión de trabas reglamentarias y regulaciones, en muchos casos duplicadas a causa del desbarajuste autonómico.

Cabe esperar que a este decepcionante primer paquete de disposiciones del flamante Gobierno le siga otro que acometa decididamente los problemas reales de nuestra economía, que no son precisamente los bajos impuestos sino un gasto público inasumible y una falta de libertad económica inaceptable. Como ha ocurrido siempre, y el ejemplo de otros países lo demuestra, la libertad es el mejor motor del progreso, la prosperidad y el desarrollo. Rajoy pareció haberlo entendido muy bien durante la reciente campaña electoral. Ha llegado el momento de que comience a demostrarlo.

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