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José García Domínguez

Un par de tardes con Rajoy

La tan aplaudida austeridad provocará, de entrada, que se dispare... el déficit público. El negocio de las cabras. Y para acabar de arreglarlo, con la economía ya desplomándose por su cuenta.

No sé si Guindos, Montoro o acaso el mismo Jordi Sevilla, pero alguien tendrá que dedicar un par de tardes a explicarle al presidente Rajoy la cruda realidad: que lo de los 40.000 millones es inalcanzable. Así de simple. España no va a cumplir ese arbitrario objetivo de déficit, el 4,4 % que impuso Merkel para 2012. Y convendría que Rajoy lo supiese cuanto antes. Ni España ni tampoco el resto de las economías del sur, por cierto. Ya lo advirtió en su día aquel filósofo anónimo del pueblo: "Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible". Y ello por una razón sencilla: la dieta, de por sí draconiana, que se le había prescrito al sector público hispano se sustentaba en una premisa quimérica.

Los aprendices de brujo de Bruselas y Berlín construyeron su castillito en el aire bajo la creencia –por entero fantasiosa– de que nuestro PIB estaría creciendo al 2% durante los próximos veinticuatro meses. Un cuento de hadas. Otro. Por lo demás, nadie ignora que cuando los "expertos" y la realidad discrepan –o sea siempre– es ésa última quien se equivoca. No es de extrañar pues que, tan errada e ignorante como de costumbre, la economía europea haya decidido hundirse en una depresión en respuesta a la medicina de la austeridad impuesta por Merkel. Y con ella, huelga decirlo, la española.

Con semejante paisaje macroeconómico, provocar otra recesión dentro de la recesión (un ajuste fiscal no es más que eso) se compadece bastante con el significado canónico de la voz "locura". Una locura ante la que, atrapado entre la espada de los mercados y la pared de Merkel, escaso margen de maniobra resta al Gobierno. Repárese al respecto en la siguiente evidencia empírica: por cada euro del ajuste, ora vía subida de impuestos ora vía contracción del gasto, el Estado dejará de ingresar unos 33 céntimos en concepto de tributos llegado 2013. "Evidencia empírica" he escrito, no especulación teórica. Ergo, la tan aplaudida austeridad provocará, de entrada, que se dispare... el déficit público. El negocio de las cabras. Y para acabar de arreglarlo, con la economía ya desplomándose por su cuenta. Lo que no puede ser, presidente, no puede ser. Díganselo de una vez.

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