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Cristina Losada

El entierro de la sardina

Ahora que Zapatero va a dejar de ser de izquierdas, el peligro es que se nos haga de izquierdas la derecha. Porque una cosa es poner al presidente ante sus contradicciones y otra, dar por sentado que su política era social.

Gracias a las esquelas que anuncian el entierro de la política social de Zapatero, una se ha enterado de que existió (la política social, no Zapatero). ¿Cómo va a ser sosial una política que deja como herencia casi cinco millones de parados? Sin duda, se confunde lo social con lo estatal y se toma la pura propaganda por la impura realidad. El presidente, cierto, acaba de hacer lo que dijo que nunca haría. Juró y perjuró que se podía tirar del gasto público sin límite y creyó e hizo creer que había inventado la máquina del movimiento perpetuo. Pero siempre hay que pagar. A la izquierda eso no le gusta, pues sigue sin entender que en una economía de mercado no hay nada parecido a una cena gratis. Cual Robin Hood preescolar, cree que basta con quitarles a los ricos para que ya no haya pobres. Así lo repetía el amado líder hasta que los hechos que negaba con escapista tozudez le han puesto entre la espada de Merkel y la pared de Obama.

El muy parcial plan de ajuste anunciado in rigor mortis ha provocado un diluvio de lágrimas de cocodrilo en la Santa Compaña zapaterina. Los viejos espectros de la izquierda tienen estómago para encajar giros copernicanos. No ha mucho, pasaron sin sobresaltos de apoyar el Pacto Antiterrorista a respaldar el pacto con los terroristas. De modo que bien pueden asumir el tijeretazo con ayuda del digestivo adecuado. Y es que él no quería, oiga. Si por Zapatero fuera, el déficit nos seguiría importando un pimiento. Han sido los tiburones, los chacales, los lobos, los neoliberales o los marcianos. Se han confabulado contra un Gobierno de izquierdas. La historia habitual: los socialistas no fracasan por su culpa, sino porque sus enemigos se empeñan en fracasarlos.

Ahora que Zapatero va a dejar de ser de izquierdas, el peligro es que se nos haga de izquierdas la derecha. Porque una cosa es poner al presidente ante sus contradicciones y otra, dar por sentado que su política –el chavismo con hombreras y sonrisa– era social y sus cheques sin fondos para bebés sin futuro, un avance. No vaya a ser que la derecha denuncie ahora a Rodríguez por traicionar a Zapatero. Ayer, al fin, los socialistas enterraron la sardina. Se acabó el Carnaval y ha llegado la Cuaresma.

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