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EDITORIAL

Las cuentas del Gobierno no son fiables

El Gobierno prefiere hacer trampas al solitario con tal de eludir su responsabilidad y acometer las impopulares reformas que precisa el país

Los datos de contabilidad nacional del INE correspondientes al primer trimestre ratifican las serias dudas que se cernían sobre el déficit público de 2013, además de cuestionar la sólida recuperación económica que trata de vender insistentemente el Gobierno. El PIB creció un 0,4% respecto al cuarto trimestre de 2013 gracias al fuerte empuje de la demanda interna. Sin embargo, este avance no se debe al aumento del consumo privado o al ansiado regreso de la inversión empresarial, sino al inédito incremento del gasto público registrado entre enero y marzo. El consumo de las Administraciones se disparó un 4,4% respecto a finales del pasado año, el mayor aumento trimestral de la serie histórica, que arranca en 1995. Nunca antes se había producido una subida semejante.

Sin embargo, lo más grave no es el dato en sí, sino la burda manipulación contable en la que ha incurrido el sector público para tratar de maquillar su inmenso agujero fiscal con el fin de aproximarse lo máximo posible al límite fijado por Bruselas en 2013. España cerró con un déficit del 6,6% del PIB el pasado ejercicio, ligeramente por encima del 6,5% marcado por la Comisión Europea, sin contar el coste del rescate de las cajas. Pero esta cifra arrojaba ciertas sospechas, tal y como desveló en su día Libertad Digital, ya que el gasto público cayó de forma drástica e inesperada en el cuarto trimestre del año. En concreto, bajó un 3,9%, un descenso trimestral récord, sin que el Gobierno o las comunidades autónomas hubieran aplicado algún tipo de recorte extra. Así pues, el gasto pasó de registrar una histórica bajada en el cuarto trimestre de 2013 a una inédita subida en el primero de 2014 sin que que existan razones capaces de explicar de forma plausible dicha evolución, más allá del mero afloramiento de facturas ocultas.

Lo que confirman ahora los datos del INE es, simplemente, el traspaso de gasto público de 2013 a 2014 con el único objetivo de esconder déficit. Esta manipulación contable no es nueva. El Gobierno ya se vio obligado el pasado año a cambiar la forma de contabilizar la devolución de impuestos, después de que la oficina estadística europea (Eurostat) detectara las trampas llevadas cabo por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para tapar parte del déficit registrado en 2012. Ahora, se repite la operación, solo que por el lado del gasto, en lugar de los ingresos. Todo ello supone un nuevo golpe a la credibilidad del Gobierno y, por ende, a la fiabilidad de los datos oficiales que ofrece España. El Ejecutivo del PP, tal y como en su día hizo Rodríguez Zapatero, prefiere hacer trampas al solitario con tal de eludir su responsabilidad y acometer las impopulares, aunque imprescindibles, reformas que precisa el país de forma urgente para salir de la crisis.

Además, puesto que la aceleración del PIB en el primer trimestre se debe, en gran medida, al histórico aumento del gasto público, el crecimiento real de España es más débil y frágil de lo que aparenta a primera vista. De hecho, resulta preocupante que el sector exterior, principal motor de la economía nacional en los últimos años, haya retrocedido entre enero y marzo. Así, lejos de contribuir al PIB, ha restado dos décimas al crecimiento económico debido al menor empuje de las exportaciones y el mayor incremento de las importaciones.

La contabilidad nacional del primer trimestre ofrece, por tanto, una doble lectura. Por un lado, la nula fiabilidad del Gobierno, tanto a la hora de articular compromisos como de anunciar datos, y, por otro, su irresponsable y peligrosa complacencia, eludiendo así su deber de aplicar una política económica seria y eficaz para posibilitar un crecimiento sólido y una reducción drástica del paro mediante una auténtica austeridad pública y una profunda liberalización económica. La euforia del Gobierno es una operación de marketing político sin base real, ya que se sustenta sobre una recuperación muy endeble e incierta y, aún peor, sobre unas cuentas públicas manipuladas o, cuando menos, muy dudosas.

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