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Carmelo Jordá

Pablo Iglesias, entre Tania y el Papa

Pablo, Tania y sus errejoncillos son la nueva casta y hay que reconocerles cierto mérito: ya antes de llegar tienen todos los vicios de la vieja.

Los de Podemos están empezando a descubrir que la vida del político de la casta es más dura de lo que parecía: empiezan por escudriñar las barbaridades que decías en esas conferencias estudiantiles en las que parecía que todo quedaba entre cuatro, siguen preguntándote en la tele como si eso fuese una entrevista y no un sermón, continúan por no dejarte robar tranquilamente en la universidad… y acaban por preguntarte por tu novia.

Ante tantos y tan complejos retos, es normal que acabes refugiándote en la Santa Madre Iglesia, y puede que eso explique los elogios que Pablo Iglesias II ha dedicado a Francisco I. Al menos yo prefiero pensar que es eso y no una coincidencia ideológica que, como saben los que me leen –si es que tan extraña especie existe– me molesta bastante pese a no ser creyente.

Porque, desde el respeto y la diferencia –como se dice ahora–, uno cree que es discutible que la Iglesia deba tener un programa económico, pero es indiscutible que de tenerlo ese programa no debe ser el de Podemos, tal y como tuiteaba Echenique: la religión católica, que es esencialmente de conciencia y propone una relación directa entre el individuo y el Altísimo, no puede estar del lado de otra cosa que no sea la libertad.

Leo por ahí que ahora Pablo Iglesias II quiere reunirse con Francisco I, y me pregunto quién bendecirá a quién, que en este mundo de locos –y de rojos– ya no sabemos a qué atenernos y, visto lo que dicen uno y otro, igual el Santo Padre le regala El Capital y el secretario general de Podemos las Meditaciones de Santa Teresa. Lo importante es que la gente lea, como dicen cada vez que publican algo de Dan Brown.

Peor arreglo tiene lo de Tania, que no es secretaria general ni Santa Madre pero sí hermánisima e hijísima en Rivas Vaciamadrid, localidad del sur donde Izquierda Unida lleva ni se sabe campando por sus respetos… y por sus pisos de uvepeó. Ya saben: esos que en teoría son para los pobres pero en la práctica son para los camaradas del partido.

Pablo, Tania y sus errejoncillos son la nueva casta y hay que reconocerles cierto mérito: ya antes de llegar tienen todos los vicios de la vieja y, en la medida de sus modestas posibilidades, se lo han llevado calentito. Dije por aquí que son los nuevos Reyes Laicos, y ellos se han tomado tan en serio el papel que ya sólo les falta reunirse con el Papa en Roma y con mantilla o, quizá, con un pañuelo palestino, que quedaría mucho más bonito, dónde va a parar.

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