Ocho minutos. Ni uno más ni uno menos, es el tiempo que se tarda en recorrer la distancia que separa la casa en la que se instaló la exministra Bibiana Aido al llegar a Nueva York, de la lujosa casa en que vivio hasta su muerte John John Kennedy, en el selecto barrio neoyorquino de Tribeca.
Bibi y John John tienen mucho en común. Ambos jóvenes, guapos, y acostumbrados de siempre a los mejores placeres de la vida, comparten haber sido acariciados desde su más tierna juventud por la suave textura del cuero que tapiza los grandes automóviles a los que un día se subieron para no bajarse jamás. En el caso de John John, pagados por Aristoteles Onassis, su padre putativo, decano de los armadores del s. XX, y marido de su madre. En el de Bibiana, alto cargo desde los 23 años, pagados por el asfixiado contribuyente español con la Junta de Andalucia y el BOE como intermediarios. Y todo gracias a los acreedores politicos de su padre, gran Pope del PSOE en la provincia de Cadiz, quien logró cobrarse las deudas que con él tenia pendientes ZP en la forma de Ministerios, cargos en la ONU y demás gabelas para su hija.
Que Cádiz albergue algunas de las zonas con mayor índice de marginación de España y tenga, con poco más de 7.000 euros, una de las rentas brutas per capita mas bajas de Europa, además de un paro endémico del 36% y alarmantes índices de fracaso escolar, no ha sido sin embargo impedimento para que Bibi disfrute a destajo de su nueva vida, su nuevo barrio y sus nuevos vecinos. Las paupérrimas cifras que retratan su Cádiz natal contrastan con los astronómicos precios que de media se pagan por adquirir una vivienda en las inmediaciones de la casa donde se instaló al llegar a Nueva York.
Es muy posible que la joven musa del Zapaterismo se cruce en sus paseos por la zona con otros ilustres residentes, tales como Gwyneth Paltrow o el joven playboy billonario colombiano Julio Mario Santo Domingo III. No hay que olvidar que los grandes actores y las grandes fortunas latinoamericanas siempre fueron muy del agrado del PSOE.
En esta parte de Manhattan, Bibiana se encuentra como en casa, ya que cerca de la "solución habitacional" donde se instaló esta "miembra" del PSOE es posible degustar atún de almadraba gaditana en el restaurante Nobu. Eso sí, previo pago de un potosí por barba. No obstante, los seis dígitos anuales que cobra Bibiana en la ONU garantizan que, por caro que sea Nueva York, hambre no pasará.