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Carlos Pérez Gimeno

Las joyas de las Coronas

La boda del príncipe Guillermo de Luxemburgo y Stéphanie de Lannoy ha sido todo un acontecimiento reuniendo a las casas reinantes y no reinantes.

La boda del príncipe Guillermo de Luxemburgo y Stéphanie de Lannoy ha sido todo un acontecimiento en el que se han dado cita las casas reinantes y no reinantes de todo el mundo. Como en todos los enlaces, la novia fue la gran protagonista, acertando de pleno en la elección de su traje nupcial creado por el diseñador Elie Saab, en color champán, con bordados en oro, escote barco al frente, y gran escote en la espalda, velo de cinco metros de tul, sujeto por una tiara de brillantes, insertados en platino, destacando en el centro un diamante en forma de pera, perteneciente a la familia de la novia, que estaba realmente elegante.               

Al igual que la princesa de Asturias, que fue sin lugar a dudas una de las que menos joyas lució, tan solo unos pendientes de brillantes, muy discretos. Doña Letizia volvió a elegir a su diseñador de cabecera, Felipe Varela, que para la ocasión creó un vestido en color ciruela con abrigo rosa bordado con perlas y cristal. Como complemento, una gran pamela en los mismos tonos. No podía estar más guapa.

Nada que ver con la princesa Lalla de Marruecos, que lució una impresionante parure de brillantes y zafiros, haciendo juego con una sortija, que era imposible pasar desapercibida. Como el broche y pulsera de brillantes de Matilde de Bélgica, o los chatones que lució la reina Beatriz de Holanda, sin olvidar la espectacular pulsera.

Llama la atención el broche de diamantes que lució María Teresa de Luxemburgo, madre del novio, que era tan grande como un plato de postre. La princesa Marta Luisa de Noruega, sorprendentemente, acertó en esta ocasión, eligiendo un modelo en color gris claro donde destacaba un original broche de brillantes y unos bonitos pendientes combinados con aguamarinas.

Una de las más elegantes que acudió a la boda fue sin duda alguna Carolina de Mónaco, como es costumbre de Channel, y que como única joya lució una pulsera en oro amarillo muy ancha de moderno diseño, que le hacia juego con el traje en tono maquillaje con pedrería.

Por su parte, la reina Paola de Bélgica llevaba la cabeza cubierta con un casquete de astracán en tonos grises en el que destacaba un broche en forma de flor de brillantes, y en el centro de la misma, un gran rubí, "sangre de pichón".

El día anterior al enlace, como es costumbre, hubo una cena de gala donde daba la impresión que a las puertas del palacio regalaban las tiaras. Las más impresionantes fueron la de brillantes y rubíes de Máxima de Holanda, que hacia juego con los pendientes, collar y sortija, y el aderezo y diadema de Carolina de Mónaco de diamantes, o la que también lució Marie Chantal de Grecia. Como siempre, la más rancia de todas las princesas fue Mette- Marit de Noruega, que simplemente no aprende.

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