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Pablo Molina

Cinco estupideces que no debe cometer en Nochevieja

La última noche del año suele reservarse para el festejo con conocidos, con la familia política o incluso en buena compañía.

La última noche del año suele reservarse para el festejo con conocidos, con la familia política o incluso en buena compañía.

La última noche del año suele reservarse para el festejo con conocidos, con la familia política o incluso en buena compañía. La intimidad familiar de la Nochebuena deja paso al jolgorio en un ambiente variopinto, con el que celebramos la llegada del nuevo ejercicio fiscal, que en esta ocasión se presenta entretenidísimo, a tenor de lo anunciado por el gobierno para 2013.

La Nochevieja se inventó para cometer todo tipo de excesos, no estupideces. Los primeros se curan con sopa de ajo y una tortilla de paracetamol; las otras, en cambio, dejan secuelas dolorosas. Sin ánimo de ser exhaustivo, aquí señalo algunos de los errores más graves que ninguna persona decente debería cometer en tan señalada fecha.

Quedar con el cuñado progre para tomar algo por la tarde

¿Es usted idiota? Su cuñado no va a pagar ninguna ronda (los progres no tienen carné de conducir ni pagan en los bares), y en cambio va a dedicar íntegramente el escaso tiempo que consiga mantener la boca vacía en denigrarle a cuenta de la crisis que ustedes, los capitalistas, han provocado, a pesar de los meritorios esfuerzos de rojos como él mismo y ZP. Si usted además es funcionario tendrá que aguantar esta mofa: "¡Los tuyos te han dejado sin paga extra!", algo que no necesita que nadie le recuerde, y menos un imbécil con galones como el cretino de su cuñado, que encima está enchufado en una empresa pública casi tan prescindible como él.

Irse a cenar fuera

Estamos en crisis, así que olvídese de la cena con música en directo, cotillón, uvas de la suerte, vino espumoso y chocolate con churros de madrugada en la sala de fiestas o el hotel más populoso de la zona. La comida suele ser infecta, la música horrísona, la gente muy impertinente cuando se emborracha y el gasto demasiado elevado, si se añade el coste de la canguro para que se quede con los niños. Mejor elegir una casa familiar, a poder ser ajena, como hace su cuñado.

Cocinar usted mismo

Salvo que lo haya hecho en repetidas ocasiones, saldadas con un éxito al menos moderado, deseche la posibilidad de convertirse en el protagonista culinario de la noche. No importa que vea a diario la sección de cocina del programa de Mariló en TVE o que sea un fan declarado de Alberto Chicote y sus broncas en las cocinas de los restaurantes guarros. Una cena de Nochevieja tiene que ser especial, así que, a menos que esté convencido de que todos los platos van a rozar la perfección, deje al equipo culinario habitual, comandado por su suegra, que se encargue de la pitanza. Piense que el idiota de su cuñado (el mismo) está deseando que la pifie con el pudding de bacalao para pasarse la noche haciendo chistes, y no resulta elegante matar a sillazos a un familiar en esas circunstancias.

Quedar para jugar al pádel al día siguiente

Aparte de que esa absurda modalidad deportiva no existiría en un universo debidamente estructurado, es una completa idiotez quedar con algún amigo para jugar un partido el día de Año Nuevo. Las instalaciones estarán cerradas, pero es que, aunque estuvieran abiertas, usted con toda seguridad no se presentaría a causa de la resaca. En el caso de que se esa mañana se sienta heroico y acuda puntual con sus mallas deportivas, su muñequera con la imagen de Mourinho y su cinta para el pelo, los que no van a hacer acto de presencia serán los otros tres contendientes, así que no haga el ridículo y deje el pádel para cuando esté bien entrada la primavera. De ahí hacia delante.

Disputar el mando de la tele al suegro

La tercera edad es la titular de los derechos televisivos cuando se está en familia, no en vano es el sector poblacional que dedica más horas y esfuerzo a seguir la actualidad de las distintas parrillas televisivas. Unas personas humanas capaces de entusiasmarse varios años seguidos viendo a Ramón García retransmitir las campanadas se han ganado el derecho de gestionar la programación de la Nochevieja con carácter vitalicio. A su suegra le gusta Raphael y a su suegro las bailarinas de David Bisbal, dos espectáculos que esa noche replican todas las cadenas y que sólo personas muy avezadas en el manejo del control remoto pueden localizar en el momento exacto en el que aparecen en cada canal. Haga feliz a su suegro y cédale el mando a distancia si están celebrando la Nochevieja en su casa. La cara de su cuñado progre cuando el viejo se niegue por cuarta vez a poner La Sexta será una compensación más que suficiente.

El próximo lunes no intente ser original. Vete a su cuñado en los prolegómenos festivos, olvídese de hacer ejercicio, aléjese de la cocina y celebre la pericia de su suegro apretando compulsivamente los botones del mando a distancia. Feliz Nochevieja y que el año que llega nos sea leve.

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