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Katy Mikhailova

Y entonces llegó el té

La costumbre del chocolate caliente en la merienda fue sucedida por el té gracias a la labor de los salones de té del Ritz.

La costumbre del chocolate caliente en la merienda fue sucedida por el té gracias a la labor de los salones de té del Ritz.

Woody Allen pintó a Coco Chanel en Midnight in Paris como una mujer que no dejaba de soñar con la reincorporación de la belle époque; muchos nostálgicos son de esos que apuntan a que "cualquier tiempo pasado fue mejor". Aún me sigue sorprendiendo que el cineasta americano le asociara tal mentalidad a la mujer que rompió las barreras con todo y que fue la precursora de la democratización de la moda, aún cuando nadie se podía imaginar que negocios como Zara o Cortefiel iban a nacer unas décadas después para realmente democratizar la moda.

A principios del s.XX, España necesitaba un hotel para recibir a la realeza europea. Entonces, a Alfonso XIII se le ocurrió la gran idea de edificar un hotel en 1910 para "estar a la altura" de aquellos visitantes que llegaban a Madrid.

Sin embargo, tuvo que pelear para sacar adelante la creación del Hotel Ritz en medio de un descampado, contra un marxista -¡cómo no!-, como fue Francisco Largo Caballero, sindicalista y afiliado al PSOE desde 1894. Ya dije desde el primer programa de esModa en Es la Noche de César que uno de los problemas de la implantación de la moda de alta costura en España es que la izquierda rechaza cualquier ostentación. Pero no politicemos más. El Ritz madrileño debía de ser algo pomposo e innecesario para España. De hecho, el que sería después diputado y presidente del Gobierno intentó justificar su deseo de no seguir adelante con el proyecto de Alfonso XIII, alegando que la altura del edificio no estaba permitida según las leyes de urbanismo de la zona.

Pero no tuvo éxito y España llegó a poseer su bocado de la "bella época" que pervive hasta hoy. He pensado en el Hotel Ritz, como también se me pasó por la cabeza el Bar Chicote, pues hay una ética detrás de toda estética suntuosa y señorial que tiene su razón de ser como es el caso del hotel mencionado. –El bar Chicote lo dejaré para más adelante-. Por no hablar de las modas que trae consigo una estética que atrae, como lo fue la moda del té gracias al Ritz de Madrid.

Si algo caracteriza a este hotel es la mencionada estética y su Historia ligada a la política y a la sociedad, sobre todo durante las guerras. Así, dicha estética analizada más adelante nos reconduce a la belle époque, entendiendo por esta expresión una mentalidad posterior a 1914 por parte de aquellos que conmemoraban con nostalgia una Europa poderosa y brillante, un paraíso perdido que tras la primera Guerra Mundial desperdició su encanto. No es de extrañar lo mucho que está de moda el estilo rococó, barroco, y algunos estilos más, entre muchos diseñadores. Lo vimos en esta Cibeles -57 edición de la MBFWM- en Roberto Verino, por ejemplo, o en los turbantes de María Barros, entre otros diseñadores. Viajar a una era que fue mejor para afrontar mejor el difícil presentees lo que nos contaban los diseñadores españoles en esta pasarela internacional de la moda española celebrada la semana pasada.

De pronto, la cultura en España empezaba a cambiar; la costumbre del chocolate caliente en la merienda fue sucedida por el té gracias a la labor de los salones de té del Ritz. El té, de hecho, hasta entonces, era propio normalmente de personas excéntricas o como remedio para situaciones de desasosiego. Pero el Ritz impuso la moda anglosajona.

Resulta curioso pensar que la mujer no podía entrar en el Ritz hasta 1975 si iba con pantalón y tampoco los hombres si no llevaban corbata. Ahora vemos, con más y más frecuencia, un look totalmente descuidado –como llaman ahora look desenfadado- en los desayunos del hotel, aunque, tanta decoración pomposa debe influir, inconscientemente, en los visitantes para no desentonar con el contexto que les rodea.

Así, esas ocho columnas dóricas con capiteles ornamentados en pan de oro que enmarcan el lobby o la recepción realizada en cálidas maderas nobles, sobre las que se sitúa una magnífica pieza de mármol, obliga –supongo que en el mejor de los aspectos- a guardar cierta "etiqueta" como respeto a lo que nos rodea, si no queremos parecer una Carmen Chacón en la Pascua Militar haciendo el ridículo como pasó en 2009.

El hall, cuya iluminación resalta los tonos claros de la decoración, se caracteriza por elegantes sillones, antiguos relojes, un soberbio cofre de Luis XV, jarrones chinos al más puro estilo de la Chinoiserie tan de moda en la Francia del s.XVIII y una elegante escultura de la Diosa Diana Cazadora.

Aunque no todo fue lujo para este emblemático hotel, dado que durante la Guerra Civil el Ritz de Madrid abandonó la filosofía de crear riqueza para convertirse en un hospital de Sangre.

Hoy por hoy, las habitaciones cuentan con paneles originales, finas cerámicas orientales, candelabros de cristal, relojes del s.XIX. Las sábanas de las camas son de lino irlandés –quizá dormir acariciado por este tipo de material es vivir la experiencia del lujo intangible-. Y la suite real, cuyas paredes están cubiertas con telas de seda de damasco y cuyo techo tiene las cornisas decoradas con pan de oro, destaca por poseer una de las alfombras más grandes confeccionadas a mano.

Ante la nostalgia del poder y el apogeo económico –que solía reflejarse en la arquitectura, en la indumentaria y en otro tipo de bienes materiales- hay una tendencia natural a refugiarse en la estética. Pero si la belle époque recordaba la gloria de Europa que tuvo y se perdió allá por comienzo del s.XX, ¿qué podemos decir entonces de la Europa de ahora?

En Chic

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