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Katy Mikhailova

Carmen Lomana: "Mejor un ‘coño’ que un ‘jolines’"

El libro de Carmen Lomana 'El Glamour inteligente' está repleto de perlas bastante discutibles.

Tras la publicación de Los 10 mandamientos de la mujer 11, acaba de salir al mercado el segundo libro de Carmen Lomana: El glamour inteligente. Eso sí, con el mismo estilo que el anterior: una sintaxis simple, un léxico escaso de riqueza -debe de ser que como el libro va dedicado a la plebe que no sabe ni cómo sentarse a una mesa o con qué indumentaria acudir correctamente a una boda...- y dejando bastantes términos a merced de la interpretación subjetiva de cada uno. La ambigüedad en sus escasas 176 páginas es una característica de esta guía. Por supuesto, no faltan grandes dosis de ego, donde Carmen es la única referencia y la autoridad indiscutible.

En formato de pregunta y respuesta, Carmen se pregunta y se responde cosas como:

" ¿Decir 'que aproveche' es tan horrible como lo pintan? Sí. Horrible. Totalmente prohibido. (...) En un medio rural, en el bar de un pueblo, si te dicen ‘que aproveche’ se les contesta igual. Pero en una comida normal (...) es algo totalmente de desuso y muy cateto".

Siguiendo en esta transgresora línea, Lomana se contesta incluso ante la cuestión de cuándo tutear o no a las personas. Un consejo sabio, según su concepto del glamour: ¡nunca tuteen al servicio de casa! Es de muy mal gusto.

"Hay una palabra muy delatora -para detectar al ‘nuevo rico’-: ‘Jolín’. ‘Jolín’, entre la gente bien, es peor que decir la peor palabrota, es una vulgaridad". Más adelante, en otra auto-pregunta, añade: "Desde luego, mejor un ‘coño’ que un ‘jolines’. Un ‘jolines’ es lo peor de lo peor". Esto es para la autora el epítome del ‘glamour inteligente’: en caso de apuro y enfado, conmovidos por una situación impotente o como consecuencia de una impulsividad irracional que ya hemos tomado como hábito, es mejor decir ‘coño’ que ‘jolines’. Así habla la mujer de la que dicen que es la "más elegante de España". Aunque con esto me entra la duda sobre los ‘jo’, o los ‘jopetas’ que una ex triunfita puso de moda, términos que nacieron en sustitución del soez ‘joder’. Pero con Lomana lo mismo también es propio de nuevorriquismo. ¡Quién sabe!

Siguiendo sus teorías sobre los nuevos ricos, hay una parte que me conmueve muchísimo; según Carmen Lomana, los nuevos ricos se delatan con el ‘jolines’ -según ella, insisto-, por faltas gramaticales -algo entendible- y por una vestimenta recargada. Termina añadiendo: "A mí me encantan los nuevos ricos auténticos, que van de lo que son y no pretenden hacerse los ‘finolis’". El entrecomillado de finolis es mío, pues me ha entrado la duda de si tal expresión no es tan vulgar como jolines. Pero, señora Lomana, finolis o no, lo que no me ha dejado para nada claro es en qué difiere un ‘nuevo rico’ de un ‘nuevo rico auténtico’, pues ambos nuevos son; aunque no me explica en qué difiere el auténtico del –deduzco- falso.

Más. Según los mandamientos de Carmen, en una boda civil la novia no puede llevar un vestido de novia tradicional. Sólo se acepta un vestido, en sus palabras, "precioso", que incluso podrá ser largo o tobillero. Y, si le pierden la maleta en un viaje a una mujer y nadie le presta un vestido, Carmen aconseja no acudir a la boda. Vamos, que si vuestra prima no os cede un traje glamuroso -inteligentemente hablando, claro está- para asistir a la boda de vuestra hermana, ¡perdeos el día más importante de un familiar tan cercano! Que tu hermana seguro que preferirá que no vayas a que aparezcas con unos vaqueros. Sorprendente teoría, ¿verdad?

El apartado de la lencería es muy divertido también: "Hay que olvidarse completamente del rojo para lo ropa interior. En cuanto al estampado pantera, solo me gusta en los sujetadores de Dolce&Gabbana porque van combinados con encaje negro y realmente los hombres cuando los ven, dicen ‘¡Guauuu!’". ¡Ojo! El ‘guau’ tiene tres úes. Eso significará que tiene mucho resultado. Pero eso sí, si no es de los diseñadores italianos, mal vamos. Si es una copia bonita y de menor calidad, como un Woman’s Secret del Grupo Cortefiel, ya no es válido. Mejor optar por otro diseño. Parece que se olvida de que Domenico Dolce y Stefano Gabbana -sus diseñadores preferidos- están condenados a pagar 343,4 millones de euros por intentar evadir impuestos. Pero bueno, la cuestión radica en el diseño y no en que sean unos chorizos, que de eso hay mucho por aquí también.

En temas de moda, bajo el inteligente y sabio criterio de Carmen Lomana, Italia es el país que la domina, pero recomienda, no obstante, grandes almacenes donde se pueden encontrar prendas "de tendencias" a un precio asequible. Y como descubrimiento de América, Carmen recomienda Massimo Dutti, Zara, H&M y Blanco -incluso Blanco, que pasa por unos momentos bastante malos-. ¡Qué hallazgo el de Carmen recomendándonos Zara! ¡Para eso ha tenido que escribir un libro!

En otros campos, no sé yo si glamurosos o no, recomienda que para acudir a una entrevista de trabajo es imprescindible, entre otros cuidados, estar perfumado con unas gotitas de una colonia fresca tipo Eau d’Orange Verte de Hermés. Con el número de millones de personas en paro, imaginamos dos cosas: que limpio irá hasta el más tonto a cualquier entrevista, pero que si está sin empleo, ¡como que no creo que se gaste más de ochenta euros en una colonia! También desvela a los lectores que su perfume lleva gotas de feromonas. Excitante. Tampoco nos dejará con dudas tan existenciales como el qué ponerse para ir a la playa, por supuesto que nunca un pareo, pues hay que llevar un "vestido supermono". Doña Carmen, ¿qué jopetas es un vestido "supermono"? Defínalo, por favor.

Por cierto, si queréis invitar a Carmen a algún evento, nunca lo hagáis por e-mail porque no va a asistir, tal como asegura en esta guía, cada página más inteligente. También nos cuenta que su abuela prohibió al servicio hablar del tiempo, por lo que yo os doy otro consejo: ¡nunca abráis una conversación con Carmen, si acudió a vuestra invitación previo tarjetón de filo dorado obviamente, comentando que el mes de marzo ha sido en los que más ha diluviado en España en las últimas décadas! No vaya a enfadarse.

Así es El glamour inteligente de Carmen Lomana, que de inteligente veo poco en este opúsculo. Yo lo titularía más como El glamour necio e innecesario, pero supongo que sus seguidores no pensarán lo mismo. Me consuela al menos que, desde ese esnobismo que destila el libro, no nos prohíba comer marisco con las manos. Y, por supuesto, si no es santa de vuestra devoción, en lugar de coños espetadla: ¡jolines! ¡Huirá como nueva inteligente que es!

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