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Katy Mikhailova

Los chorizos de lujo

El fiscal solicita dos años de cárcel para los administradores del grupo, Alfonso Dolce y Giuseppe Minoni.

El fiscal solicita dos años de cárcel para los administradores del grupo, Alfonso Dolce y Giuseppe Minoni.

Me daría vergüenza reconocer que mis diseñadores preferidos son Dolce y Gabbana: no solo por su horrible estética que roza –o directamente abarca- lo vulgar, lo extravagante y lo barriobajero; sino también porque son unos chorizos, y encima malos. Así, respecto a lo último, la Fiscalía de Milán pide dos años y medio de prisión para el tándem de diseñadores por la presunta evasión fiscal que alcanza los 1.000 millones de euros, que se dice pronto. Un ejemplo más de que la avaricia no tiene límite, y el lujo parece sucumbirles aún más.

Si bien el mundo de la moda –y el mundo en general también- se alarmaba cuando conocíamos, en abril de este año, que Dolce&Gabbana debía pagar 343,4 millones de euros al Tribunal Fiscal de Milán, no me quiero ni imaginar qué estarán pensado toda esa masa de fashion victims en estos momentos –si es que piensan…-. Víctimas o no de la moda, hay una masa que idolatra, con importantes dosis de irracionalidad, a la pareja italiana, como si de una divinidad se tratara.

Claro, por otro lado, que si no nos asfixiaran con tanto impuesto otro gallo cantaría. Pero los choriceos se podrían hacer con mayor inteligencia y agilidad. Y que conste que no defiendo los paraísos fiscales o la evasión de impuestos; aunque también es cierto que tanto sistema de bienestar con vagos chupando del bote tampoco es santo de mi devoción. Cuando se investiga este caso concreto de chorizos de lujo se da uno cuenta de que la estupidez y la cara dura del hombre no tiene límites: sobre lo primero, es que parece que esta evasión de impuestos ha sido planificada por unos estudiantes de ADE de primer curso; sobre lo segundo, es que encima éstos de la moda se creen Dioses, porque hacen felices a las mujeres, dicen, y por ello se toman la osadía de hacer lo que les viene en gana. Como el otro día que conocía a un cirujano plástico que reconocía, con orgullo, haber tenido 16 amantes en un mismo periodo de tiempo; pero que sin embargo no tenía ni tiene enemigas –con "a", destacó- porque "yo hago felices a las mujeres", atestiguaba. Claro, eso sí, a base de crearles complejos inexistentes para hacer negocio. Pero esto es un tema aparte.

De este modo, el supuesto magnífico y maquiavélico plan de Domenico y Stefano, en compañía de su chupi pandi expertos en moda, consistía en vender en 2004 las marcas D&Gde menor categoría que la principal- y la propia Dolce&Gabbana a un holding llamado Gado, cuya sede estaría en Luxemburgo, país en donde los impuestos que se pagan son casi inexistentes y muy apetecibles, y cuya oficina ridícula no era más que una tapadera de todo esto, en donde las palabras "actividad" o "presencia" eran inexistentes.

Esa chupi panda de moda y lujo también ha sido salpicada por el choriceo de Dolce y Gabbana. Así pues, el fiscal solicita dos años de cárcel para los administradores del grupo, Alfonso Dolce y Giuseppe Minoni; dos años y medio para Cristina Ruella, administradora, y tres años para Luciano Patelli, el comercial de la empresa.

Vamos, que lo mismo después de esto sus fans se echan a la calle a comprar más Dolce&Gabbana como muestra de apoyo, como si de tragedia griega se tratara. ¿Qué pasará en esos dos años si realmente terminan en la cárcel? ¿Se paralizará la producción del nuevo género en la compañía? Se acabaron los festines, los desfiles y tanta pompa. Esperemos que no acaben como Maurizio Gucci, que fue asesinado por un sicario a sueldo por mandato de su ex mujer que, a falta de amor del marido mujeriego, optó por conformarse con su fortuna; o como Aldo Gucci, que pasó un año de su vida en la cárcel, -¡eso sí, denunciado por su hijo!- casualmente también, por evasión de impuestos.

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