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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

Carta a los Reyes Magos

Nuestros poetas entierran sus pejigueras y rencorcillos para obsequiarnos con sendas glosas sobre el tema de la carta a los Reyes Magos...

Nuestros poetas entierran sus pejigueras y rencorcillos para obsequiarnos con sendas glosas sobre el tema de la carta a los Reyes Magos...

La Navidad acaba, se acerca la Epifanía. (Por si hay alumnos de la Logse entre los lectores, hablamos de los Reyes Magos). En esta entrañable festividad, nuestros poetas entierran sus pejigueras y rencorcillos para obsequiarnos con sendas glosas sobre el tema de la carta a los Reyes Magos...

Que tan piadoso ejemplo cunda entre todos los españoles de buena voluntad.

LA CARTA DE REYES ROBADA
por Fray Josepho

Del regio campamento se escabulle
furtivamente un paje en un camello.
La noche sin estrellas ya le engulle.

Puede pagar carísimo por ello,
si un centinela armado lo captura.
Una mano. Las dos. Tal vez el cuello.

Trotando en el camello, se apresura.
Qué trance más incierto y peligroso.
No quiere ni pensarlo. Qué locura.

Todo, por devolver a un religioso
un antiguo favor que le debía.
A un fraile guapo, culto e ingenioso,

que con paciencia espera en su abadía,
componiendo poemas magistrales
en el silencio de la noche fría.

Tras siete días justos y cabales
(con sus noches adjuntas, por supuesto),
el paje se presenta en los portales

de la abadía. Llega descompuesto.
Su camello murió por el camino,
y él, antes de morir, va echando el resto.

Un fraile, como todos, capuchino,
sin permitir que el paje se relaje,
lo acompaña al final de su destino:

la puerta de una celda. Fin del viaje.
Se abre. Y otro fraile, que allí escribe,
levanta la cabeza, mira al paje

y con una sonrisa lo recibe,
diciéndole: "¿Qué tal, mucho jaleo?
Algo fatigadín se te percibe.

Pero vamos al lío, sin rodeo.
¿Has traído la carta? Dame acá.
¡Parece que es auténtica! Ya veo

la firma del mismísimo Sanfuá.
Gracias. Ve a comer algo y a lavarte.
Fray Juan al refectorio te guiará.

Y a los Reyes, si vuelves, de mi parte,
dales muchos recuerdos. A los tres.
Ciérrame bien la puerta tras marcharte".

Y el fraile, con muchísimo interés,
se apresura a leer, rápidamente
la carta de ese pérfido francés:

"Queridos Reyes Magos del Oriente.
Soy Mesié de Sanfuá, y he sido bueno,
disciplinado, dócil y obediente.

Lo que pasa es que a veces me enveneno
porque hay un fraile malo y muy perverso
que de rencor indómito está lleno,

y me atiza muy fuerte con su verso,
haciéndome pupita, ¡qué antipático!,
y se me muestra hostil y muy adverso.

Por eso, si no os es muy problemático,
y puesto que sabéis donde resido,
el Silabadorímetro Automático

y el Rimador, de Geyper, ¡me los pido!
Con ellos, aunque soy de ingenio corto,
al fraile ya por fin veré vencido.

Y para que veáis qué bien me porto,
junto a la chimenea os dejaré
turrones y tres copas con oporto.

Os quiero mucho. Besos de Mesié.
Post Data: mis zapatos, os indico,
son los que huelen mal, no sé por qué".

Y tras leer el fraile dominico
la carta, la quemó con un mechero,
mientras canturreaba un villancico.

Después, con gesto ágil y torero,
con pasos cadenciosos, como un baile,
se fue a cenar. Mañana, 6 de enero.
Felices Reyes Magos. Firma: El Fraile.

ASALTO AL REY BALTASAR
por Monsieur de Sans-Foy

Negro como la noche es el jinete,
negrísimos la capa y el turbante
del sabio ornamental y regordete.

¡Detente, embajador extravagante!
¡Refrena tu camello, forastero,
pues tengo que decirte algo importante!

¿Me tomas por serrano bandolero?
No soy sino poeta, y de los buenos,
que ejerce, en horas libres, de cartero.

Es tarde... pero el día es lo de menos.
¡A tiempo estoy de darte mi mensaje,
tercero entre los Magos Sarracenos!

Monarca de antiquísimo linaje,
astrólogo que a todas partes llega...
permite que te elogie y agasaje.

Escucha a quien humilde te lo ruega,
pues tienes el remedio de los males
de cierto y humildísimo colega:

Josefo, que, en las ondas digitales,
persigue sin fortuna el estrellato,
carece de aptitudes naturales:

se empeña en ejercer de literato...
y el Cielo le dotó con el talento
que puedes encontrar en un zapato.

Sus versos son mortajas de cemento,
y tanto se complica con la rima
que acaba cual hipógrifo violento.

Lo cierto es que lo tengo siempre encima,
quejoso de su propia inoperancia,
con parches en la ropa y la autoestima.

Tú, que eres alegría de la infancia,
el Mago del Mesías que ha nacido,
remedia su patética ignorancia.

Rey Mago: ¡por tu madre te lo pido!:
¡apiádate del fraile de clausura
y enséñale a rimar como es debido!

No quiero parecerte caradura.
Si accedes a sacarme de este lío,
comprendo que me pases la factura:

Rellénale ese cántaro vacío
con algo de talento de lo mío.

En Chic

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