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Rosa Belmonte

El globo y el bolo de Jacqueline Bisset

El discurso en los Globos de Oro de Jacqueline Bisset fue uno de los momentos más extraños de la gala.

El discurso en los Globos de Oro de Jacqueline Bisset fue uno de los momentos más extraños de la gala.
Jacqueline Bisset | Cordon Press

Desde que Jacqueline Bisset estaba a remojo en Abismo (1977) con la parte de abajo del biquini y una camiseta mojada como solitaria parte de arriba no se había hablado tanto de ella. Porque Jacqueline Bisset, de 69 años, es como George Clooney (nunca se ha casado y muchos de sus novios han sido más jóvenes que ella) pero durante los Globos de Oro fue más como Mariló Montero. No enseñó el tanga pero sí se deslenguó. Su Globo de Oro por Dancing on the Edge como mejor actriz de reparto en serie de televisión, miniserie o tv movie (ese pandemonium) fue el WTF! de la noche. El Gordo salió al principio. Después de caminar desde Canadá (estaba lejísimos del escenario) parecía en shock. Pero más en shock nos quedamos todos cuando empezó a hablar, a balbucear, a lo que estuviera haciendo.

Manoseando las gafas, dijo que estaba estupefacta y dio las gracias a todos esos que le habían dado alegrías y mierda. "Como mi madre decía, váyanse al infierno y no vuelvan". También dijo que el olvido era la mejor receta de belleza. Que su premio fuera tan tempranero fue una de las razones de su comportamiento. "Me preguntaba qué hacía ahí el tipo con la cámara enfocándome. Estaba en otra cosa. Estaba pensando en la cena. Y todavía no he cenado", decía más tarde en el backstage. Y aseguró no recordar lo que había dicho. Probablemente tampoco que cuando empezó a sonar la música que echa a los oradores pesados, fue cuando ella casi empezó su no discurso. Para eso era su primer Globo tras cinco nominaciones. Ocasión para la que decidió no ir a la peluquería. Pero seamos justos, que Johnny Depp casi la supera. Y él salía a entregar un premio, estaba preparado. El pelo mugroso y las palabras de colgado se le disculpan porque es Johnny Depp. Pues Jacqueline Bisset es Jacqueline Bisset. La que ha trabajado a las órdenes de Richard Lester, Polanski, Stanley Donen, Peter Yates, Huston, Truffaut o Cukor. Que se ha cepillado a Steve McQueen (el malafollá, el blanco), Mastroianni, Sinatra, Dean Martin, Terence Stamp, Alexander Godunov o Vincent Perez.

A lo mejor está sobrevalorada. O no, porque nunca hemos pensado en ella como una gran actriz sino como un bellezón. Mira, como Ursula Andress, que no es tan bellezón. En 2001 ambas fueron invitadas a Valencia para entregar los premios Nova, los galardones a la empresa valenciana organizados por la Generalitat. Ahora que estamos recordando todos los despilfarros, calatravadas, urdangarinadas, fórmulas1 y otros gastos (incluso papales) de cuando creíamos que éramos ricos, reseñar que cobraron ocho millones de pesetas cada una para entregar los premios a Mejor Trayectoria Empresarial y a la Mujer Emprendedora (según publicó en su día El País). Una majadería de nuevos ricos. El globo de Jacqueline Bisset ha servido, además de para entretenernos, para que todavía se nos descuelgue más la mandíbula con lo que hemos gastado tontamente. Con huevos de oro.

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