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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

Pavana para una infanta presunta

Con ocasión del paseíllo judicial de Doña Cristina, nuestros vates han escrito sendas crónicas que demuestran lo desparejo de su naturaleza y talante.

Con ocasión del paseíllo judicial de Doña Cristina, nuestros vates han escrito sendas crónicas que demuestran lo desparejo de su naturaleza y talante.

Con ocasión del paseíllo judicial de la infanta Doña Cristina, nuestros vates han escrito sendas crónicas que demuestran lo opuesto y desparejo de su naturaleza y talante. Lean y opinen, que hay confianza.

CRISTINA NO ES CULPABLE
por Fray Josepho

La culpa del asunto
no es de Cristina,
ni del dueño absoluto
de su vagina.

(Me refiero al bigardo
que está a su lado,
que es el requetesoso
Duque Empalmado).

Tampoco tienen culpa,
qué tontería,
los autos que ha dictado
la Fiscalía.

Ni tiene culpa alguna
de esta cuestión
el relamido Alberto
Ruiz-Gallardón.

Y de culpa carecen,
al menos hoy,
los oscuras presiones
que hace Rajoy.

De momento, la culpa
no está en las manos
de pelotas serviles
y cortesanos.

Ni en ciertos directores
de cierta prensa,
que parecen letrados
de la defensa.

Ni un átomo de culpa
se le coloca
a ese independentista
que es Miquel Roca.

Tampoco a los políticos
de nuestra Casta,
que generosamente
soltaron pasta.

Sin sentar precedente,
por esta vez,
la culpa no es tampoco
del señor juez.

La culpa, en este caso,
no se le anota
al defenestradísimo
de Pedro Jota.

Ni tampoco la culpa
la tiene el pico
incisivo y punzante
de Federico.

Tampoco por ahora
tengo noticia
de que tenga la culpa
doña Letizia.

La culpa no la tienen
los ciudadanos,
que en este asunto solo
son los paganos.

La culpa es solamente
del chachachá...
¡Y de que ella es la niña
de su Papá!

TARDE Y MAL
por Monsieur de Sans-Foy

Quiere el fraile remedar
el sentir populachero,
y es asaz barriobajero
en su forma de trovar.
Si me tengo que explayar,
no he de ser, en modo alguno,
sicalíptico y bajuno...
pues mi noble señorío
aborrece el griterío
del satírico frailuno.

Admitiendo que me duele,
admitiendo que me espanta
lo que pasa con la infanta,
no he de ser yo quien apele
a que no se la empapele.
Cometieron el error
de estorbar al instructor...
y ha pasado lo que suele:
nunca tapes lo que huele,
que fermenta y es peor.

Lo que pudo ser un tema
de importancia relativa,
tras tan torpe negativa,
es de gravedad extrema.
Quien pensó que era anatema
que imputasen a Cristina...
la ha de ver cómo camina
cabizbaja hacia el estrado,
como si, en vez del juzgado,
fuera a estar la guillotina.

No peligra su cabeza...
pero, puesta en este apuro,
por su nombre y su futuro,
sólo espero que Su Alteza
se comporte con nobleza:
sin argumentos prolijos,
recovecos ni escondrijos.
Que, además de en sus alubias,
piense en las cabezas rubias
e inocentes de sus hijos.

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