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Carmelo Jordá

La mentira de Évole

si tocas temas de actualidad y quieres ser periodista, luego no puedes hacer el bufón con peliculitas de periodismo-ficción totalmente inventadas.

si tocas temas de actualidad y quieres ser periodista, luego no puedes hacer el bufón con peliculitas de periodismo-ficción totalmente inventadas.

Tremenda la que ha montado Jordi Évole con su falso documental sobre el 23-F: audiencia multimillonaria y las redes sociales revolucionaditas del todo porque al fin se sabía la verdad de uno de los acontecimiento políticos trascendentales de los últimos 40 años. Lástima del chasco al final.

Por si ustedes no hubiesen seguido el tema, les pongo en antecedentes: aprovechando el aniversario del intento de golpe de Estado, a Évole no se le ocurrió otra cosa que rodar un falso documental en el que se daba una explicación estrafalaria del asunto y se nos enteraba de que todo había sido una magistral conspiración de los partidos y el Rey para afianzar la democracia. Como director de escena oficiaba, nada más y nada menos, José Luis Garci.

Para montar la engañifa, los de La Sexta contaron con un elenco de secundarios que, sorprendentemente o no, se han prestado al juego –hay que ver lo que hace la gente por salir en la tele–: Leguina, Verstrynge, Luis María Anson, Gabilondo, Ónega, el propio Garci… y un grupo de actores que interpretaban otros papeles variados.

En conjunto, la cosa resultaba difícilmente creíble, y, por supuesto, los protagonistas la desmentían al final –faltaría más– entre risas y chascarrillos y mostrando lo encantados que están de haberse conocido. Ahora bien, mucha gente se tragó el anzuelo de cabo rabo, e incluso he visto a algunos por Twitter que después de destaparse el pastel aseguraban que algo de verdad debía de haber. Es lo que les pasa a muchos con las mentiras, que si son bonitas les encanta creérselas: vean si no el desarme de los etarras.

El propio Évole se ha excusado, más o menos, con una frase digna de atención: "Por lo menos nosotros hemos dicho que era mentira". Bien, chico, después de una hora de trolas lo mejor es esparcir un poco de mierda por la profesión periodística.

La otra excusa es todavía mejor: que el asunto se engarza en una tradición que parte de Orson Welles y tiene algunos ejemplos como no sé qué documental francés sobre la presunta mentira de la llegada a la Luna o la cosa aquella que hizo Joaquin Phoenix. El detalle, que no me parece menor, es que nunca se había hecho algo así con una cuestión política, y encima con una de la enjundia del 23-F.

También está, como me comenta un compañero, la tradición de las noticias falsas del 28 de diciembre. Hombre, sí, pero es que eso ocurre cuando todos sabemos que ocurre, y si ese día lees que las vacas vuelan gracias a un científico norcoreano ya te hueles de qué va la cosa.

Como habrán adivinado, personalmente me parece una mamarrachada con todas las letras: si tocas temas de actualidad y quieres ser periodista, luego no puedes hacer el bufón con peliculitas de periodismo-ficción totalmente inventadas.

Cualquier profesional sabe que es posible hacer cosas similares en un periódico en internet –publicar cualquier barbaridad desmintiéndola en el último párrafo–, y que se lograría un impacto brutal; pero también sabe que eso no sería periodismo, que no se puede ser un diario y El Mundo Today y que si lo intentas tu credibilidad y la de tu medio quedan por los suelos.

Por ahí es por donde ha quedado, si es que no lo estaba ya, la de ese follonero metido a periodista.

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