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Katy Mikhailova

Un marqués, un vino y un progre

Los ricos son los que más velan por el bienestar social ya que son los que contribuyen con los impuestos a pagar la sanidad y la educación pública.

Los ricos son los que más velan por el bienestar social ya que son los que contribuyen con los impuestos a pagar la sanidad y la educación pública.
De izq. a der., Carlos Falcó, Marqués de Griñón, junto a José María Galiacho, pte. del Club El Aristócrata

¿Cuándo los títulos nobiliarios dejan de ser un lujo? Cuando aquel que lo posee se convierte en un auténtico orangután y pierde el sentido de la realidad. Pero con el Marqués de Griñón no es el caso. La inteligencia y el saber estar no le abandonan bajo ninguna circunstancia. Y lo más importante: empresario que sigue generando riqueza y ofreciendo empleo. Esto es lo más importante, por encima de la clase. Porque, aunque parezca que los ricos se olvidan, son los que más velan por el bienestar social ya que son los que contribuyen con los impuestos a pagar la sanidad y la educación pública, amén de conceder puestos de trabajo.

Lo curioso es que el mismo sector social de siempre, el de los progres, sigue atacando a un empresario solo por tener el título de marqués. Y es que, transcurrido el evento organizado por club privado El Aristócrata, colgué una foto con Carlos Falcó en mi muro de Facebook; y no tardaron los trolls en venir a atacar a Falcó simplemente porque, cito textualmente, "tenía un título nobiliario y el dinero le venía dado". Oigan, ¿pero no piensan que la riqueza hay que mantenerla de algún modo? ¿Invertirla? El dinero llama al dinero, le dije, pero hay que saber cómo hacerlo crecer. Y este señor genera unos vinos cuyo valor intangible no tiene precio. Es arte. Es magia. Es lujo. Ante mis argumentos, el mismo troll me aseguró que no había probado esos vinos y que los de su pueblo saben mejor. Pueblerino y paleto, cuya ignorancia es más atrevida que su estupidez. ¿Por qué ese odio hacia la aristocracia? ¿Envidia? ¿Amargura? ¿Aburrimiento?
Pues bien. Al Marqués de Griñón le conocí, como les contaba, hace dos semanas en uno de los eventos privados que organiza el Club El Aristócrata –no hay que tener sangre azul para pertenecer al club, como vengo afirmando en cada crónica que realizo tras uno de sus festejos cuatrimestrales-. Y es que, entusiasmada por toda la labor que ha hecho este caballero en cuanto a los vinos manchegos y al buen aceite español, no puedo menospreciar lo que ha cosechado el Marqués en la industria del lujo.

Fundó, no hace mucho, la primera asociación de firmas de lujo españolas, el Círculo Fortuny, en compañía de grandes personalidades de estre gremio, entre los cuales destacaría a Enrique Loewe Lynch, quien apadrinó la propuesta.

"El lujo en 2010 alcanzó los 600.000 millones de euros en ventas por todo el mundo; cantidad de la cual el 70% corresponde a Europa", afirmó Falcó en su ponencia en el Hotel Intercontinental para los miembros del Club, presidido por José María Galiacho.
De la cantidad europea mencionada, solo el 80% corresponde al sector automovilístico; después va la moda, considerado como el ‘lujo personal’, en donde podemos englobar la marroquinería, los accesorios, la ropa y la cosmética; y por último los vinos.

Falcó aseguró que el criterio que siguen para aceptar a una marca en el Círculo consiste en que la firma tenga prestigio y reconocimiento internacional, posea fuertes dosis de creatividad y además apadrine nuestra cultura.

Fuentes anónimas me cuentan que Ágatha Ruiz de la Prada intenta adherirse; sin embargo, al parecer, de momento, y al margen de su presencia internacional, no aceptan la marca.

En cualquier caso, a esto del odio hacia los ricos –y si para colmo son nobles… ni les cuento- por parte de los ‘no pobres’, pues muchas veces son de clase media, no le encuentro una explicación psicosociológica, si no es pensar que se debe a la pura envidia y la mentalidad doblemoralista del ‘piji-progre’, en ciertas ocasiones mantenido por ‘Papá Estado’ –y, en suma, por los ricos, que son los que más impuestos pagan, si omitimos la cuestión de los paraísos fiscales-. Las cosas como son. Menos mofa y befa, y más trabajar. De momento, para relajarme, me tomaré un vinito tinto de la casa; pero no olviden que no hay pan para tanto chorizo.

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